Hasekura: un samurái en Acapulco —primera parte—

«Según las crónicas de un príncipe azteca, cuando Sebastián Vizcaíno se levantó, su sangre ya teñía la arena de Acapulco. Entonces, sus hombres se prepararon para defender el honor mancillado del capitán, sin embargo, se detuvieron. No se enfrentaban a indígenas armados con flechas y lanzas: en sus oídos silbaba el acero de una espada samurái.»