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Mito: el bolillo «pa’l susto» provoca diabetes

Cuando nos asustamos, nuestro cuerpo produce adrenalina, una hormona que nos coloca en estado de alerta.

Luego de un susto, la «sabiduría popular» recomienda comer un «cacho» de bolillo, de preferencia duro, para aminorar el impacto. Sobra decir que no hay fundamento científico para tal creencia, pero, en años recientes, ha derivado en la idea contraria —e igualmente errónea— de que la ingesta de carbohidratos después de un sobresalto resulta dañina para el organismo, al grado de ocasionar diabetes.

Cuando nos asustamos, nuestro cuerpo produce adrenalina, una hormona que nos coloca en estado de alerta. Este compuesto químico actúa en contra de la insulina, producida por el páncreas para transportar la glucosa de los alimentos a las células, transformándola en energía. Esto significa que, durante el sobresalto, los niveles de glucosa —azúcar— en la sangre aumentarán momentáneamente.

Foto de Eaters Collective en Unsplash.

En condiciones saludables, la ingesta de carbohidratos —como el pan blanco— estimula la producción de insulina; ya que la diabetes implica un déficit en la producción de insulina —en la diabetes mellitus tipo 1— o bien, una resistencia de las células a esta hormona —en la diabetes mellitus tipo 2—. Si un diabético se asusta y come un trozo de pan o cualquier otro alimento, es posible que la glucosa no sea procesada y se almacene en la sangre, lo cual es riesgoso. Sin embargo, el consumo de carbohidratos y azúcares después de un susto no es peligroso per se—a no ser que la persona padezca ya la enfermedad—y, aunque no provoca diabetes, tampoco ayuda en nada.

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