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Piocha

Esta palabra tiene un origen mucho más remoto que el de la generación del peace and love.

Todos conocemos a alguien a quien 
le gusta dejarse crecer la barba, ya sea porque luce bien con ella, para aparentar una edad mayor, o simplemente para acariciarla cada vez que se encuentre pensando ―o simulando un pensamiento― y darse un aire de sabiduría.
Para muchos, esto puede resultar antiestético, y no es raro escuchar: «¡Ya quítate esa piocha, que pareces hippie!».
Según la cosmovisión mexica, el hombre contiene tres sustancias anímicas ubicadas en partes estratégicas del cuerpo. Tales fuerzas son diferentes entre sí porque están destinadas a controlar cualidades distintas.
La primera es la teoyolía, que se encuentra en el corazón y se encarga de las funciones de vitalidad, conocimiento, memoria y emociones; la segunda es el ihíyotl, ubicada en el hígado y relacionada con la conducta del individuo, la pasión, el vigor y los sentimientos —tanto buenos como malos—; y por último está el tonalli, que es dotado por los dioses en el vientre materno, y representa al principio vital, a aquello que hace que alguien sea quien es de forma única e irrepetible.
El tonalli vincula a la persona con su tiempo y el cosmos, 
es el centro del pensamiento ―o «el alma del ser», como 
lo tradujo Torquemada―. Según los mexicas, los dioses colocaban el tonalli detrás del copete, en la mollera. Cuando alguien nacía, le cortaban el mechón de pelo que estaba en esta zona para conocer su porvenir y destino.
A este bucle de pelo se le llamaba piochtli, y de acuerdo con los mexicas, éste guardaba la memoria del alma; era el registro del nacimiento y la muerte, por lo que el día en que se fallecía, éste también debía ser cortado y guardado en una urna junto a los primeros mechones, de modo que la esencia, de principio a fin, se conservara intacta después de su existencia terrenal.
En la actualidad piocha ya no refiere al significado original de piochtli, pero es usado para nombrar a la barba que
 se dejan crecer los hombres únicamente en el mentón y recuerda a aquel mechón que en el México prehispánico guardaba la esencia.
Otro uso coloquial de piocha que está más relacionado con su origen se da al contar personas, o al repartir algo entre un grupo: «son tres por piocha», es decir, tres «por cabeza» o «por persona» , para referir a la concepción de un solo ente, de un sujeto a la vez.
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