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Las siestas de Edison

Edison aseguraba que sólo dormía un par de horas al día, para trabajar el mayor tiempo posible y así lograr sus metas, era su secreto.
Las siestas de Edison

Por un lado, el hijo de una familia humilde que nunca pudo terminar la escuela. Por otro, el hombre que «cambió el mundo y trascendió al tiempo» a través de más de mil patentes,1 Hoy existe evidencia de que la mayoría de éstas eran robadas o plagiadas. de entre las que destacan el telégrafo, el fonógrafo, el quinetoscopio y, por supuesto, la bombilla eléctrica, cuya existencia es inherente al concepto que hoy tenemos de la humanidad.
¿Cuál fue el secreto? Para la mayoría —incluyendo a la autora de este artículo—, la clave está oculta detrás de la optimización del trabajo pero, principalmente, tras el poder de las siestas y la revaloración del «sobrestimado sueño». Ésta es una compilación de pruebas que avalan la premisa.

Se dice que, para completar su siempre ambiciosa lista de objetivos, Thomas A. Edison (1847-1931) realizó hazañas físicas sobrehumanas: dormía apenas entre tres y cuatro horas por noche, reafirmando aquella aseveración de James Maas acerca de que «el sueño es una pérdida de tiempo, una herencia 
de nuestros días en las cavernas».2 James Maas et al., Power Sleep: The Revolutionary Program that Prepares Your Mind for Peak Performance; EE.UU.: HarperCollins, 1997.

Edison es, para muchos, culpable de haber modificado nuestros relojes biológicos de forma permanente al inventar la bombilla eléctrica —la luz artificial, afirman, le ha robado al ser humano entre una y dos horas de sueño por noche—. Al respecto, Randall señala: «Gracias a Edison el ocaso ya no significa el fin de nuestra vida social, sino su comienzo […]».3 David K. Randall, Dreamland: Adventures in the Strange Science of Sleep; ee.uu.: W.W. Norton & Company Inc., 2012.
Edison creía que su invención tendría el poder suficiente para «liberar» a la gente del peso del sueño: «Cuando crucé Suiza en auto, noté el efecto que tenía la luz artificial sobre los habitantes de pequeños pueblos y villas: en aquellos lugares en los que la hidráulica y la luz eléctrica se habían desarrollado, todos parecen normales e inteligentes; en los que no, la gente se va a la cama al mismo tiempo que las gallinas y todos parecen, en general, menos pensantes.»4 Edison citado por Stanley Coren en Sleep Thieves; EE.UU.: Simon & Schuster, 1997.

Tan despectiva era la actitud de Edison hacia el sueño, que 
en 1921 escribió: «La mayoría de la gente come y duerme casi 100% más de lo necesario, sin saber que ese extra los enferma y los vuelve ineficientes. […] Es común oír a la gente hablar sobre la pérdida del sueño como una desgracia; para mí, sin embargo, al sueño deberían llamarlo “pérdida de tiempo, de vitalidad 
y de oportunidades”. Sólo para satisfacer mi curiosidad, he revisado archivos de la Revista Médica Británica y no pude encontrar un solo caso de alguien que haya salido herido por no dormir; sí, el insomnio es definitivamente un problema médico: lo que la gente no entiende es que no poder dormir diez horas por noche no es precisamente tener insomnio».5 Notas de su diario, recopiladas y editadas por Dagobert Runes en Diary and Sundry Observations of Thomas A. Edison; EE.UU.: Greenwood Press, 1968.

En retrospectiva, las aseveraciones de Edison fueron no sólo científicamente erróneas, sino también hipócritas. Hoy es sabido que el sueño es esencial para el desarrollo de la creatividad, y él mismo es prueba de ello. Mientras portaba 
su falta de sueño como una especie de medalla de honor, guardaba un enorme secreto: sus siestas. En el laboratorio o en la biblioteca, en el pasto, en sillas, en taburetes y en cualquier otro lugar en el que pudiera detenerse a descansar: Edison fue fotografiado en múltiples ocasiones mientras tomaba siestas con las que contrarrestaba el desgaste que implicaba su arduo trabajo.

El diario

Durante el verano de 1885 Edison llevó un diario que en 1971, al ser publicado, reveló la relación conflictiva y ambivalente que tenía con el sueño. De dicha fuente, se tomaron las siguientes viñetas poéticas:
12 de julio: Desperté a las 5:15 am. Mis ojos fueron deslumbrados por los rayos de sol. Le di la espalda y traté de sumergirme de nuevo en el olvido. Tuve éxito. Desperté de nuevo a las 7 am. Pensé en Mina, en Daisy y en Mamma G. 
Las puse en mi caleidoscopio mental para obtener una nueva combinación, «a la Galton».

Un ser de belleza renacentista fue el resultado. Mi mente se fue volando de nuevo y me dormí otra vez. […] Desperté a las 8:15 am y me levanté a las 9 en punto, bajé las escaleras temiendo que fuera muy tarde para el desayuno. No lo era. […] Comí a las 3 pm, eran restos de pollo y pudín de arroz. […] El sol nos dejó a tiempo, así que acudí a la Enciclopedia Británica para calmar mis nervios e irme a la cama temprano. Cerraré mis ojos e imaginaré un abismo con terrazas, cada una de ellas ocupada por una hermosa joven; a la primera le entregaré mi mente y ella la llevará a las profundidades más silenciosas y olvidadas. Me fui a la cama para poner a trabajar mi imaginación en el suministro de bellas jóvenes, pero sólo vi a Mina, a Daisy y a Mamma [G]. Vaya sorpresa. Duermo.

14 de julio: Por la tarde fui al malecón. Noté que había una extraña luz fluorescente  en el Oeste, probablemente causada por la luna naciente que descendía por Chinaward. Me fui a la cama temprano y soñé con un demonio cuyos ojos estaban separados a 400 pies uno del otro.
19 de julio: Dormido como el sonido de un insecto en un frasco de morfina.
21 de julio: Dormí espléndidamente —es evidente, estuve infectado con la bacteria del insomnio cuando era un bebé—. Me levanté temprano y salí a coquetear con las flores.
Edison llegó a trabajar hasta 60 horas consecutivas en un solo proyecto.

La clave del éxito

Luego de tres semanas de rondar el laboratorio de Edison en Nueva Jersey, Orison Swett Marden consiguió una oportunidad para entrevistarlo; tenía particular interés en la aparentemente inagotable energía del inventor, quien para entonces sumaba ya 53 años de vida.
Marden: ¿Tiene usted un horario regular de sueño o trabajo, Sr. Edison?
Edison: Sucede que ya no trabajo tan arduamente como solía hacerlo, así que vengo al laboratorio a las 8 am y me voy a tomar el té a las 6 pm; después estudio o trabajo en algún problema hasta las 11 pm, que es la hora a la que voy a la cama.
M: No será «tan arduamente», pero casi 15 horas de trabajo tampoco pueden considerarse una holgazanería.
E: Puede ser, si no considera que durante 15 años el promedio de tiempo que invertía en el trabajo cada día era no menor a 20 horas.
Marden, con el objetivo de conocer la razón a la que Edison atribuiría la clave de su éxito profesional, se aventuró a afirmar:
M: Entonces, dado que funcionó con usted, podría establecer que trabajar 15 horas diarias es una de las claves a seguir para conseguir el éxito.
E: En absoluto. Tú puedes hacer algo todo el día, ¿no es así?
Todos lo hacen. La gente se levanta a una hora y se acuesta a otra, cumpliendo incluso horarios más largos que los que yo ocupo para trabajar. La diferencia entre ellos y yo es que ellos usan las mismas 15 horas para hacer múltiples actividades, mientras que yo me concentro en una sola. Si tan sólo canalizaran su energía a un solo objetivo, estoy seguro de que conseguirían lo que buscan. Si de algo estoy seguro es de que si hay una regla, es precisamente ésa: tener un objetivo, una sola cosa a la cual aferrarse para dejar todo lo demás. El éxito es producto de la más severa dedicación física y mental.

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