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Edison y su secreto mejor guardado

Este chisme no tiene que ver con líos de amores desafortunados sino con declaraciones desafortunadas dentro del discurso científico.
Thomas Alba Edison

Chicos y chicas, por una extraña casualidad cayó en mis manos el más reciente ejemplar de la revista Scientific American, el cual hojeé y —por algo pasan las cosas— me enteré de un chisme que no puedo hacer sino contarles: ¡el gran inventor Thomas Alva Edison cree en los fantasmas!

Ciudad de Nueva York, noviembre de 1920

El científico de 73 años hizo una polémica declaración en la revista, que dice textualmente: «Si la personalidad sigue existiendo después de lo que llamamos muerte, es razonable deducir que quienes abandonan la Tierra desearían comunicarse con las personas que han dejado aquí. Me inclino a creer que nuestra personalidad podrá afectar a la materia en el futuro. Si pudiéramos crear un instrumento tan sensible como para ser afectado o manipulado por nuestra personalidad —tal como ésta sobrevive en la otra vida—, semejante instrumento, cuando dispongamos de él, tendría que registrar algo.»

¿Qué les parece? El inventor del fonógrafo, el dictáfono y de diversas aplicaciones de la electricidad, así como del quinetoscopio, el vitascopio y otros objetos para grabar y ver cine —por cierto, anda en pleitos con los hermanos Lumière y con otros científicos por aquello de las patentes—, cree que puede materializar las almas de los muertos.

Thomas Alba Edison

Comenté este asunto con un amigo muy interesado en cuestiones científicas y me reveló algo que me ha dejado anonadada: ¡Edison ya inventó un aparato para visualizar a los espíritus! Supuestamente, una noche del pasado mes de octubre, don Thomas citó a un grupo de científicos en su fábrica de inventos de Menlo Park, New Jersey para, en la más estricta confidencialidad, hacerles una demostración de este misterioso y fantasmagórico invento.

La idea era que si el armatoste funcionaba, Edison de inmediato iba a patentarlo y a proclamar que es posible comunicarnos con las almas del más allá. Pero, ¡oh, desilusión! Al parecer, los asistentes esperaron en vano toda las noche a que algo o alguien se manifestara en el sensible invento y no ocurrió absolutamente nada. ¿El artilugio no funcionó? ¿O la creencia de Edison acerca de una posible comunicación con los muertos se ha venido abajo?

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Eso no lo sé, lo cierto es que todos los presentes en la fallida demostración hicieron la promesa de no decir nada para no ser el hazmerreír de los escépticos —claro que siempre hay un soplón y la información se ha filtrado hasta llegar a mí y de una vez se las paso al costo.

Según me contaron, el tesonero Edison seguirá perfeccionando su máquina porque, a pesar de este fracaso, sigue creyendo firmemente que algún día podremos conversar largo y tendido con los fantasmas, ¿qué tal? Ash, ya me dio un poquito de miedo. Au revoir!


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