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Lápiz, pencil; pluma, pen

Por Victoria García Jolly

Los instrumentos constituyen un ejército de cosas que el hombre ha desarrollado con la finalidad de utilizarlo en el enfrentamiento cotidiano con las artes, las ciencias y los oficios. Entre ellos hay algunos que han servido como medio de expresión. Por ejemplo, están los instrumentos musicales, los instrumentos de cocina o los de costura y cosmética. Pero, por encima de éstos —a mi parecer—, está una serie de instrumentos que ha acompañado al hombre a lo largo de su desarrollo cultural y con la cual ha podido fijar todo su conocimiento —como las recetas— y sus más profundos pensamientos. Nos referimos a los instrumentos de escritura.

No man was more foolish when he had not a pen in his hand, or more wise when he had one.

Samuel Johnson

Punto de origen

Sería un poco ocioso tratar de describir, en tan sólo unas páginas, todos los instrumentos de escritura que el hombre ha empleado a lo largo de su historia, pues ha inventado muchos que, aparte de tener sus propios e interesantes orígenes, han implicado, además, la creación de otros artilugios igualmente indispensables, como el sacapuntas y la goma para el lápiz.

La evolución de los soportes de escritura, como el papel, corre paralela a la de los instrumentos. Así, de la pared de la cueva 1 se pasó a la tablilla de arcilla de los sumerios 2, y de ésta al papiro, ícono de la cultura egipcia. El arquetipo de la antigüedad son los pergaminos, que un día cedieron su paso al libro, hasta llegar a nuestros días con la infaltable computadora y sus herramientas, que nos hacen rabiar cuando usamos programas que «piensan» por sí mismos y nos cambian una palabra por otra, una mayúscula en lugar de una minúscula y un largo etcétera que es motivo para otro artículo.

instrumentos de escritura

Inventos chinos

Según Marco A. Almazán3, los chinos inventaron todo. Yo no lo sé de cierto, pero en el tema que aquí tocamos tuvieron mucho que aportar: la tinta china, el papel, la imprenta y el pincel. Gracias al papel de los chinos —que no tiene nada que ver con el papel de china de la papelería—, en Occidente hubo papel, pues los moros —muy acomedidos— lo trajeron de allá ylos italianos —más listos— lo empezaron a fabricar, lo que dio a luz al papel Fabriano, que hoy en día usan sólo unos cuantos que dominan el arte de la acuarela y que otros tantos desperdician —sin saberlo, claro está— en su impresora de inyección de tinta.

Volviendo a los chinos y sus prodigiosos inventos, habrá que mencionar la bendita tinta china, que se conoce desde la época de la dinastía Han, en el siglo III a.C. Fabricada a partir de pigmento de carbón finamente molido, resinas vegetales y agua, esta tinta resultaba indispensable para ciertas profesiones. Con ella, arquitectos e ingenieros llenaban sus conos, grafos y rapidógrafos para hacer planos, cortes y alzados que sirvieron de guía para construir edificios, casas y puentes.

Para beneplácito de estos profesionistas, sus instrumentos y la indeleble tinta china ya son cosa del pasado; no más manchas en los dedos, no más tragos amargos tratando de destapar esa finísima punta ni más planos echados a perder en la madrugada.

Arquetipos e instrumentos

Otros instrumentos de escritura están ligados a sus usuarios y los representan, sin lugar a dudas, como la pluma al personaje aquel de Comitán, Chiapas, que, según Eraclio Zepeda4, cuando le preguntaron para qué traía tantas plumas en el bolsillo de la camisa si él no sabía leer ni escribir, contestó: «Pa’l respeto, mi Lic., pa’l respeto».

Los niños que van al kínder fueron más felices —igual que sus maestras— cuando en 1903 Jamil Bhuijan y Roxie Able juntaron parafina con pigmentos e inventaron los crayones, que resultaron ideales para los preescolares, pues, además de no ser tóxicos, evitan los infaltables desastres que ocasionan las pinturas y sus vasitos de agua derramada.

instrumentos de escritura

El gis, un antiquísimo instrumento hecho de una arcilla terrosa y blanca, forma un trío inseparable con el pizarrón y el borrador, equipo escolar indispensable para la maestra y anhelo de alumnos incautos que le sirven a la primera, creyendo que sacudir el borrador y llenarse de cal hasta lo más profundo de su sistema respiratorio es todo un honor.

Dos instrumentos típicos de grupos creativos con objetivos diferentes son el pincel y el aerosol. Aunque ninguno de los dos fue concebido para la escritura, terminaron siendo herramientas para la expresión: el pincel representa, sin duda, a todo el arte, desde Da Vinci hasta Van Gogh, desde Millet hasta Warhol, desde Dalí hasta el mural escolar.

instrumentos de escritura

Dondequiera que haya un curso de verano habrá un cartel con un pincel. Si se quiere representar el arte, aparecerán el pincel y la paleta.

La pintura en aerosol resultó el adminículo inseparable del arquetípico vándalo grafitero pintaparedes,5 aunque a veces el resultado de su quehacer es una verdadera obra de arte.

Afilando el lápiz

Sin duda, el más útil de los instrumentos y uno de los más queridos es el lápiz de grafito.6 ¿Quién no ha gozado con un lápiz nuevecito, largo y amarillo? ¿Quién no ha perdido por lo menos diez en su vida? ¿Quién, jugando, no ha roto alguno que no es suyo ante los ojos desorbitados de su dueño? Bueno, pues éste es uno de los instrumentos de más reciente invención, en que hasta Napoleón Bonaparte tuvo que ver. El lápiz es un ícono en sí mismo, con su color amarillo, su goma, su forma hexagonal y sus puntas grises; pero no siempre fue así. Antes de estar envuelto en madera, lo estuvo en cuerda; antes de ser amarillo, fue negro; y hasta ya muy avanzado el siglo XIX se le colocó la goma de borrar en uno de sus extremos. El lápiz es el arquetipo del niño de primaria, es la plana, las primeras sumas, ensayo y error. Lo es también del diseñador gráfico carente de creatividad e imaginación que lo usa como logotipo.

El lápiz dio origen a la invención del sacapuntas —de John Dee Love—, de la goma —debida a Charles Goodyear—, del lapicero mecánico, del bicolor y los lápices de color. La sustitución de la madera por material sintético generó unos lapizuchos de los cuales es mejor huir; son tan nefastos que escribir con ellos ofende. Lo malo del lápiz es que mientras da a luz planas, dibujos, recados, sumas, tareas y hasta murales, muere: su cuerpecito amarillo se va acortando, su forma desaparece por una o por otra causa, hasta que lo olvidamos por ahí por chaparro, feo, viejo y mordido.

Hay de plumas a plumas

La pluma ha evolucionado desde los egipcios, que las fabricaban con los tallos de los juncos que crecían a la orilla del río, pasando por las plumas de ave que usaban los latinos —de donde heredamos el nombre—, la plumilla del escribano, y la pluma fuente o estilográfica, hasta el bolígrafo, unificador de las masas, y su variante atómica. Pues bien, estos diferentes modelos terminaron por definir arquetipos de usuarios que declaran sus personalidades, profesiones, actividades, inseguridades, jerarquías sociales y aspiraciones.

El poeta está asociado con esa imagen romántica de papeles, tintero y una pluma de ave esplendorosa y larga, y se da por cierto que, por el simple hecho de escribir con ella, los versos más bellos y los pensamientos más profundos salen porque salen. El hombre que lleva una pluma fuente es el arquetipo de una especie en extinción: se siente «muy diferente» o está convencido de que con la estilográfica escribe mejor; sin embargo, ante la vista de los otros es simplemente un snob.

Luego vienen los que usan sus plumas como símbolo de estatus: el jefe, el director, el ejecutivo, el pudiente o el wannabe que se compran su Mont Blanc con interior de bolígrafo o punta de gel y sus molduras en oro para parecer muy conocedores, muy pudientes o muy «sacalepunta» y, después, perderla, como mi amigo, que, en cuanto pudo, se compró la suya, la perdió, se compró otra, la perdió también y, antes de sucumbir a la tentación de comprar la tercera, ya se había dado cuenta de que un lápiz le servía más en su trabajo que las carísimas plumas, aunque le dieran caché.

Fueron los suizos los que convirtieron este instrumento meramente funcional en una joya. Todas esas marcas que conocemos ahora en realidad fueron los nombres de sus inventores, como el francés M. Bion que, en 1702, diseñó la versión más antigua que se conoce de la pluma fuente. Jonh Scheffer patentó, en 1819, un híbrido entre plumilla y estilográfica. John Jacob Parker, en 1831, inventó el mecanismo de autollenado. Aquellos primeros modelos del siglo XIX no funcionaban muy bien —los derramamientos, manchas y accidentes eran asunto cotidiano—, y no fue hasta 1884 que Lewis Waterman (1837-1901) patentó la primera estilográfica que en realidad funcionaba.

A principios del siglo XX, Lázló Bíró (1899-1985) inventó el bolígrafo, con su tinta de secado inmediato, que vino a revolucionar la pluma. Con el bolígrafo logró penetrar a las masas, gracias a su fabricación en serie, como la marca Bic, que fue bautizada por su fabricante, un barón francés de nombre Bich, en 1950. Por eso, esta pluma tan común representa al resto de los mortales, que le muestran poco aprecio cuando la pierden, la prestan, la olvidan, la regalan, la abandonan o la usan para detener el correcto crecimiento de una plantita. En fin, este bolígrafo es el arquetipo de las masas escribientes y las que traen logotipos impresos lo son de la mercadotecnia.

La virtud de todos los instrumentos, ya sean de escritura, dibujo o simple expresión, es que han permitido al hombre la acumulación y transmisión del conocimiento, así como legarlo y propagarlo para el avance y el engrandecimientode la humanidad. Esta historia no termina aquí, los instrumentos seguirán evolucionando al ritmo en que lo hace el hombre y como prueba de ello están la computadora, la impresora, el mouse, el plotter, la paleta, el scanner y todo lo que se está gestando en laboratorios de empresas de tecnología que ni podemos imaginar.


1 Algarabía 31, febrero 2007, ÍCONOS Y GRAFÍAS: «Pinturas rupestres»;pp. 81-86.

2 Algarabía 9, julio-septiembre 2003, ARTE Y CREATIVIDAD: «De la piedra al papel»; pp. 44-47.

3 Marco Aurelio Almazán (1922-1991) fue un escritor y diplomático mexicano del cual hemos publicado, y seguiremos publicando, varias citas en esta revista.

4 Eraclio Zepeda (1937), escritor chiapaneco que suele decir de sí mismo que es un «cuentero solidario».

5 Algarabía 31, febrero 2007, IDEAS: «Pinto y me voy»; pp. 66-69.

6 El grafito es una de las formas elementales en las que se puede presentar el carbono; también se le llama plumbagina o «plomo negro».

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