Esta palabra de origen japonés se compone por tres kanjis1 Morfosílabas o sinogramas empleadas en la escritura china y la japonesa —entre otros idiomas—, que aportan un significado elemental en su lectura.: Ka, que significa exceso, rô, que significa trabajo, y shi, que refiere a muerte; es traducida al español como «muerte por exceso de trabajo», y se usa comúnmente para retratar una realidad laboral en Japón que ha sido reconocida por su Ministerio de Salud desde 1987. Sin embargo su aceptación legal, al igual que el de la depresión, supusieron un largo camino. El primer caso de karoshi en el país Nippón se reporta desde el año de 1969.
La súbita detonación en los índices de karoshi tiene su origen en la historia de la producción japonesa. Tras la Segunda Guerra Mundial las generaciones de posteriores a este conflicto encontraron en el trabajo una motivación, no sólo financiera sino también psicológica, para sobrellevar el dolor de las pérdidas en el campo de batalla.
Por ello se implementaron las jornadas de trabajo más largas del mundo, una táctica que fue aceptada de buena gana por los empresarios, quienes al encontrarse en buena posición económica comenzaron a financiar sindicatos, hogares para los trabajadores, así como su transporte, grupos culturales y deportivos, clínicas y guarderías.
En los años 80 se formó lo que se conoce como «La Burbuja económica». Este fenómeno significó un aumento en los precios de las acciones y las propiedades; se disparó el crecimiento económico y los sueldos de los habitantes llegaron al límite. En el momento más crítico de este fenómeno se estima que en Japón había 7 millones de personas que mantenían una carga de trabajo de 60 horas a la semana —cifra que contrasta con la de países de Occidente como Inglaterra, Alemania y EE.UU, donde se trabajaba únicamente 40 horas.
Finalmente, la burbuja estalló a principios de los años 90, provocando que la rutina laboral se intensificara, impulsada por una creciente desesperación generalizada en la población. A esta época se le conoce como la «década perdida», y es el momento en el que el fenómeno karoshi alcanzó la magnitud de una epidemia.
De acuerdo con una encuesta reportada por la BBC, en 1989 un 45,8% de los jefes de secciones y un 66,1% de los jefes de departamentos aseguraba que morirían de tanto trabajar.
Actualmente la conciencia que se hace sobre este padecimiento se ha expandido por Japón; existe una ley que ampara a las familias de alguien que fallece por karoshi, donde se estipula que se les deberá compensar con la suma de us$20,000 por parte del gobierno y hasta us$1,6 millones por parte de la compañía.
Para que un juez pueda determinar la muerte de alguien como karoshi es necesario que el fallecido haya trabajado más de 100 horas extra en el mes anterior a su muerte, o más de 80 en dos meses consecutivos antes de su defunción.
Los jueces japoneses también toman en cuenta la salud del individuo antes de sufrir su terminante paro cardiaco o suicidio. Cuando se trata de personas se mediana edad con antecedentes de diabetes o depresión crónica se descarta fácilmente el caso de muerte por exceso de trabajo, no obstante, cuando este corresponde a un joven saludable y activo físicamente se convierte en luz roja para apuntarlo como karoshi.
A pesar de los diversos estudios realizados por los centros de investigación médica no se ha podido comprobar la relación directa entre las muertes y el estrés o la falta de sueño.
En un estudio reportado por la BBC se expone que, de un grupo de empleados analizados, aquellos que trabajaron 55 horas a la semana tenían un tercio más de probabilidad de sufrir un infarto que aquellos que trabajaron menos de 40 horas. No supieron por qué, pero los científicos se plantearon que podría ser simplemente por estar sentados durante largos lapsos frente al escritorio.
Por esto, hoy en día Japón ha modificado sus políticas laborales con el fin de salvaguardar a sus trabajadores. Grandes empresas como Toyota han reducido su número de horas de trabajo por empleado, y otras como Nissan permiten que sus funcionarios trabajen desde casa. Aún así el karoshi no es un problema exclusivo de Japón, en China mueren al día unas mil 600 personas por guolaosi, – palabra con la que en este país se denomina la muerte por exceso de trabajo-.En 2015 el japonés promedio trabajó menos horas que el estadounidense, y las muertes por exceso de trabajo de redujeron en gran medida.
Tras un estudio realizado en 2015 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (ocde) concluye que en los países más prósperos su jornada laboral tiene en promedio menos horas que el resto de los países. Entre los 38 países analizados, México encabeza la lista como el país en el que más horas se trabaja, con 2,246 horas en promedio al año, seguido por Costa Rica con 2,230 horas. Los países en donde menos se trabaja son Alemania —1,371 horas—, Holanda —1,419 horas— y Noruega —1.424 horas—.
El 25 de febrero de 2014 se reportó en la ciudad de Salamanca, en el estado de Guanajuato, el suicidio de un trabajador de la planta de Mazda Motors. Aunque no se especificaron los detalles de la muerte —ya que por lo regular la imagen de las empresas se suele ver afectada en casos así—, los suicidios relacionados con el exceso de trabajo son comunes dentro de estas empresas que exigen jornadas laborales extenuantes a sus empleados, privándolos de las condiciones básicas de seguridad e higiene.
En muchos casos no se trata de una cultura del trabajo duro, sino de la simulación que hacemos para que el resto crea que trabajamos duro, principalmente quedándonos horas extra en la oficina después de concluir nuestras actividades. La próxima vez que te quedes tarde en la oficina, piensa dos veces en tu salud.