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Ojos extranjeros: el México ajeno

Divertida, interesante, multicultural y ruidosa son algunas de las palabras que los extranjeros utilizan para describir al México ajeno.
Ojos extranjeros: el México ajeno

La ciudad existe ante nuestros ojos chilangos, como existimos también para nosotros mismos: como uno se mira desde adentro, consciente de los rincones inasibles, de los secretos, de las grietas delgadas y abruptas, de las intenciones y artilugios que sólo uno conoce. Descubre como se describe al México ajeno…
Pero hay también, y para ambos, otra presencia ajena y necesaria, capaz de explicarnos quiénes somos desde una mirada estrenada: la del viajero que, tras haber recorrido otros caminos, encuentra en la Ciudad de México una razón para hacer un alto.
• «Con el tiempo aprendes que para andar en el tráfico, hay que manejar como en un juego de Nintendo.» Ernesto Sánchez de la Osa, 43 años, cubano.
• «Es que aquí se encuentra una aventura en cada esquina, es como un “caos agradable”.» Koen Houwen, 28 años, holandés.
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• «La ciudad tiene un ruido particular: las bandas de música que andan por la calle, los niños con trompetas, las campanas que anuncian al camión de la basura, el afilador, los gritos de “¡El agua!” y “¡El gas!”, los cláxones que suenan desesperados aunque la fila se extienda por todo lo largo y ancho de Reforma…» Koen Houwen, 28 años, holandés.
• «Me gusta la música. Así que México era un paraíso musical. La escuchaba a todo volumen, vibrante y llena de energía: en los taxis, en los autobuses, en el metro, en las tiendas, incluso al ir a la clínica con el doctor.» Timsal Masud, 36 años, indio.
• «Todavía me impresionan las distancias. Mi país puede recorrerse, de izquierda a derecha, en sólo dos horas. ¡Y esta ciudad nunca se acaba!» Koen Houwen, 28 años, holandés.
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• «Los puentes y las construcciones se hacen “como van saliendo”, sin ninguna planeación, y las licencias de conducir se obtienen en los supermercados.» Bastien Callens, 30 años, francés.
«Tlalpan era un pueblo deshabitado. Toda la avenida eran terrenos vacíos: empedradas las calles… un pueblito.» Esperanza Chiang, 86 años, hija de Tai Yeng Chiang —chino llegado a México en 1892—.
• «Y las fiestas se celebran de verdad: las bodas mexicanas, el día de la Independencia… Me parece que tienen muchas virtudes que el turismo no ha sabido aprovechar.» Pierre Marc-René, 28 años, canadiense.
• «Es como si adentro de la ciudad hubiera varias más: hay una diversidad tan grande… El espectáculo desde el avión es uno de los más impresionantes que he visto: y no para de extenderse hasta el horizonte.» Gabriel Durif, 26 años, francés.
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• «Sientes que la ciudad te come. Y 
yo era el “guajiro”, un recién llegado.
 La primera noche miré la ciudad desde lo alto, y luego tomé un mapa y me puse a caminar: vi el Ángel de la Independencia, la colonia Juárez, Reforma, la Zona Rosa y a 20 mil personas queriendo limpiarme los zapatos.» Ernesto Sánchez de la Osa, 43 años, cubano.
• «Esta ciudad es un desmadre de cosas bonitas que 
el turista que viene por dos semanas no es capaz de entender, pero en el que sí se puede descubrir cierta lógica después de un tiempo. Si no lo entiendes, te tienes que marchar, porque la ciudad está allí y no va a cambiar, pero la ciudad sí te cambia. Yo, por ejemplo, ya llego a las citas más tarde.» Gabriel Durif, 26 años, francés.
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• «Me da la impresión de que a pesar de los problemas la gente disfruta. No sé si de verdad lo hagan, pero al menos lo intentan.» Ernesto Sánchez de la Osa, 43 años, cubano.
• «Es muy vívida. Vívida es la mejor palabra para describirla. La gente joven, la mediana, la mayor, todos despiertan esa sensación de vitalidad.» Timsal Masud, 36 años, indio.
«Lo que más trabajo me ha costado ha sido entenderlos: aquí la gente que dice “sí”, en el fondo piensa “no”.» Renée, 38 años, argentina.
• «En la Ciudad de México hay mucha libertad, puedes hacer lo que quieras, pero también tienes que aguantar que los demás puedan hacer lo que quieran. Vives con mucha libertad.» Andreas Tampier, 45 años, alemán.
• «Todo el tiempo hay noticias, en términos de ambiente, de economía, de política, de cultura. Aquí sí hay movimiento. Aquí sí pasan cosas.» Pierre Marc-René, 28 años, canadiense.
• «La gente en la ciudad no toca el claxon. No hay muchas personas en las calles ni en los mercados… Irónicamente, escucho que los mexicanos se quejan de que está sobrepoblada y contaminada, cuando para mí, es muy tranquila y callada.» Timsal Masud, 36 años, indio.
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• «Madrid parece una escenografía montada; Salamanca te remonta a la época de Calisto y Melibea. México se siente como: “aquí vivimos, y queremos compartirlo”.» Ernesto Sánchez de la Osa, 43 años, cubano.
• «A la Ciudad de México la distingue su desorden: hay semáforos que están en verde al mismo tiempo, glorietas —como la de Insurgentes— que corren a la par hacia dos direcciones. Aquí existe un poco más de fatalidad: la idea de que mañana mismo puedo morirme.» Bastien Callens, 30 años, francés.
• «La ciudad te otorga la sensación de que puedes lograr cualquier cosa que te propongas. Sientes que nada puede ocurrirte porque al final, a pesar del riesgo, todo se resuelve.» Ernesto Sánchez de la Osa, 43 años, cubano.
• «Todas las mañanas hay fotografías de mujeres desnudas en los periódicos. Creo que ésa es una buena forma de empezar el día.» Timsal Masud, 36 años, indio.
• «Una vez me robaron el coche… ¡pero yo estoy bien! Tengo mis diez dedos y mis dos ojos. Yo pienso como la gente de aquí: lo importante es la familia y la salud. Y realmente cuando ellos lo dicen, sí lo piensan. No como esos hipócritas franceses.» Gabriel Durif, 26 años, francés.

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