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Érase una vez la acrobacia

«El acróbata no puede ser sedentario»... ¿Dónde y cómo nace la acrobacia?
Érase una vez la acrobacia

La disciplina del equilibrio y la fuerza es tan antigua que algunos afirman que comenzó junto con los inicios del hombre, elementos necesarios para el arte de la acrobacia. Existe una serie de mitos y leyendas sobre su nacimiento y entre ellos quizá la más famosa sea la del emperador Amarillo, a quien todos los chinos veneran como el padre fundador de su inmenso país, es un personaje imaginario cuya existencia real ningún habitante del Celeste Imperio pone en duda.

Pasó su vida luchando contra los bárbaros, librando batallas que forjaron la unidad de la China y enriquecieron la leyenda, antes de que aparecieran los primeros emperadores históricos.
Durante una invasión, cuando estaba a punto de perecer, llamó a uno de sus generales, Li, y le pidió que acudiera a reclutar unas tribus aliadas , atravesando el bosque.

Vía Pexels, MART PRODUCTION

El general emprendió el camino, anduvo durante un gran número de días a través del bosque y finalmente se perdió. Tras vagar extraviado durante dos jornadas, el militar se topó con dos carboneros que le recogieron en su cabaña, salvándolo así de perecer de hambre y fatiga.
Para agradecer la ayuda que le prestaron, Li, una persona capaz de partir una manzana en dos partes con un solo golpe de sable, hizo una demostración de sus habilidades.


Los carboneros no habían visto jamás nada igual y rogaron al militar que se quedara en el bosque con ellos, a fin de entretenerlos.
El general aceptó la propuesta y fue así como las habilidades militares con el sable, tiro de precisión, uso del lazo y lanzamiento de cuchillos se convirtieron en parte del repertorio circense.
Al ver que el general Li no regresaba el emperador Amarillo hizo llamar al general Chen, un guerrero dotado de una considerable fuerza. Le encargó la misma gestión que había encargado a Li.

Chen emprendió la ruta, dejando a un lado el bosque y atravesando los terrenos pantanosos que rodeaban el campamento del emperador. Pero se perdió, y fue socorrido por unos pescadores de anguilas. Para agradecer su ayuda, el general Chen transportó sobre sus hombros una chalupa con doce marineros, sus remos, el ancora y las velas.

Después hizo malabarismos con calderos de bronce, un número que tuvo mucho éxito. Los pescadores rogaron al general Chen que se quedara con ellos para que les enseñara sus mejores trucos. De este modo los forzudos de feria y los malabaristas se unieron al mundo de los acróbatas.


El emperador Amarillo mandó aún cinco generales más, pidiéndoles que escalaran montañas, que se hicieran a la mar en un cascarón de nuez, que se enfrentaran a los secos vientos del desierto, al hielo de los ventisqueros, al húmero calor de la jungla. Los cinco generales, que sabían hacer juegos de malabares con jarrones, plegarse en cuatro, mantenerse en equilibrio apoyados sobre la cabeza, domesticar locos y osos, hacer reír con sus muecas a los hipocondriacos y melancólicos, abandonaron el palacio imperial y no regresaron jamás.

De este modo las artes circenses recibieron esas nuevas aportaciones.Esta leyenda ilustra cómo el acróbata, en un principio, no podía ser sedentario.
Para encontrar nuevos públicos a quien deleita, estaba obligado a viajar sin cesar porque la cualidad principal de la acrobacia y de cualquier otro arte está en la sorpresa. «¡Sorpréndeme!», decía Diaghilev a Jean Cocteau, mientras cruzaba la plaza Concorde de París, tras una representación de los ballets rusos.

¿Existe la palabra circo en el lenguaje chino?

Siempre me ha llamado la atención la importancia del vocabulario en la definición de las diferentes etapas de la evolución circense. Es cierto que la lengua china no refleja exactamente la realidad de la evolución de la vida cultural. Hay que esperar hasta el XVII de nuestra época para que el vocablo «Acróbata» entre a formar parte de la lengua china. Durante más de dos milenios, para escribir a los acróbatas se recurría a decir que eran bailarines salidos de los saltimbanquis.

Vía Pexels, Ron Lach

Nacimiento de la nueva acrobacia china.

Tras la victoria de Mao, algunas figuras políticas como Zhou Enlai o el mariscal Helong, promovieron el nacimiento de la nueva acrobacia china, reagrupando dentro de las compañías profesionales que representaban a las grandes ciudades, las provincias o los cuerpos estatales, como el ejército o los ferrocarriles, a trouppes de saltimbanquis que subsistían miserablemente.

En 1951, dos años después de la victoria comunista, aparecieron los primeros conjuntos de acróbatas. Así fue como el primer ministro Zhou Enlain, un gran entendido de la acrobacia, otorgó al conjunto de Pekín el derecho de denominarse Compañía de la China, título que aún hoy conserva.


La fusión de distintos conjuntos ambulantes, entre ellos Xia Jihua, la equilibrista de «la pagoda de tazas», se convirtió en la espina dorsal de la compañía acrobática de Wu-Han, ciudad situada a orillas del río Yang-Tsé-Kiang. El mariscal Helong, uno de los padres de la revolución popular, decidió que las compañías acrobáticas de su región debían ser subvencionadas por el ejército, reclutando a los artistas dentro de sus propios regimientos.

De este modo, hasta tres compañías de acróbatas pertenecieron al ejército chino: la de Cantón (provincia del Sureste), la de Shenyang (provincia del Noreste) y la de la Bandera, que comprendía a las compañías de Chengdu y Kunming (región del Suroeste.
En el presente, dichas compañías, aunque mantienen su estatuto, no hacen hincapié, al menos en sus giras fuera de China, en su origen.

La compañía del ejército de Cantón se ha convertido en la Compañía de la provincia de Guangdong, la compañía del ejército de Shenyang ha tomado el nombre de Compañía de la provincia de Lianoning y la compañía del ejército del Suroeste se denomina ahora Compañía de la Bandera.


Como todos los artistas, los acróbatas sufrieron los embates de la revolución cultural de la que no se recuperaron hasta la década de los ochenta del siglo pasado, en que volvieron a recuperiar el dinamismo que habían demostrado en la época posterior a la Segunda Guerra Mundial.

En el Festival Mundial del Circo del Mañana, el primer festival occidental en donde se permitió participar a los artistas chinos a título individua, triunfaron Dai Wenxia («La pagoda de vasos»), la contorsionista Wanh Hong y Gao Jin, un malabarista sobre bicicleta.

Vía Pexels, Mariano Ruffa

Sun Fuyou, el padre del circo chino

A finales de siglo xix, los chinos, al igual que los indios, los japoneses y los pueblo de Extremo Oriente, descubrieron el circo occidental gracias a las gritas del Italiano Chiarini, el francés Louis Soullier y el inglés Hampston; un descubrimiento que se reafirmó en el siglo xx con la gira del circo Hagenbeck.
Pero el pesonaje clave de la introduciión del circo en el universo chino fue un acróbata, Sun Fuyou, nacido hace más de un siglo en Wu-Qiao, «el pueblo de los acróbatas».


La existencia de este legendario personaje ha permanecido silenciada por razones políticas evidentes. Pero recientemente, gracias al esfuerzo de historiadores chinos y de los responsables del festival de Wu-Qiao, la figura del emperador de los acróbatas está siendo rehabilitada.


Sun Fuyou nació en 1883 en Sulong, en el seno de una familia muy pobre. A la edad de seis años, empezó su aprendizaje con pequeños trouppes de aldeanos acróbatas. En 1902 se desplazó a Rusia para reunirse con un primo y ahí fundó, en 1907, la compañía Sun Jia Ban, con la que recorrió Europa oriental. En ese momento, su talento, que siempre fue extraordinario, alcanzó su cénit. Se le atribuye la creación, durante su carrera, de más de setenta números y la formación de las primeras trapecistas chinas.

Al estallar la tormenta revolucionaria, abandonó Rusia con su compañía, formada entonces por cuarenta artistas. Regresó a China y, en 1921, se hizo construir la primera carpa china. Introdujo en su programa números aéreos y de doma. En 1927, contrató a una orquesta de músicos alemanes a fin de añadir un acompañamiento musical a su programa.


En realidad, desea hacer conocer al pueblo chino el circo europeo que ha descubierto durante su estancia en Rusia. En 1928, construyó una carpa con 3.000 asientos, con tiendas para la recepción del público, para los ensayos, una cantina y dormitorios para el personal. A iniciativa suya, los artistas empezarán a utilizar correas de seguridad durante el espectáculo. Su circo es el primer circo itinerante totalmente chino. La compañía estaba formada entonces por 120 acróbatas, catorce elefantes y dos grupos electrógenos.


En 1933 se encontró con Lu Quinshai, un amigo de la infancia procedente de Wu-Qiao. Ambos se dirigieron a Shangaiy ahí, en 1934, iniciaron un nuevo espectáculo con artistas chinos y extranjeros. Ofrecieron una gala a beneficio de los damnificados por las inundaciones del río Amarillo, que habían causado un millón de víctimas. Huang Jin, el jefe de la Sociedad negra (la triada más importante de Shangai), asistió al espectáculo. Les regaló un león y decidió invertir capital en la empresa, presentándose ante la prensa como mecenas de los acróbatas de ultramar.

Vía Pexels, Taylor Monahan


Desde 1936 hasta 1944, durante los años que duró la fuera, Sun Fuyou visitó China central, que no estaba ocupada por los japoneses, dando representaciones para las tropas del ejército de la República China. Más de una vez, el circo fue bombardeado y hubo que sacrificar a los animales, hasta que en 1944, en Chongchin, no quedaban más de cuarenta artistas en pista. Sun Fuyou recibió entonces la medalla de plata del «alma de la acrobacia». Murió el 17 de febrero de 1945 en Chongchin, con más de 72 años. Tres años más tarde se disolvió su compañía.


Se le han reprochado a menudo su venalidad, brutalidad y dependencia de las mafias y los militares. Pero nadie puso en duda su patriotismo, su valor y su sentido artístico. Tras su muerte, los artistas de su compañía se convirtieron en los fundadores de las compañías de Pekín, Shangai, Dalian y Chongchin.

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