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Electricidad

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Los primeros fenómenos relacionados con la electricidad se conocen la Antigua Grecia del 600 a.C., cuando Thales de Mileto descubre las propiedades de atracción de objetos que poseía el ámbar.

El filósofo griego consideraba que el ámbar encerraba un alma viva, capaz de mover objetos inanimados. Su descubrimiento llevó prolongadas décadas de desarrollo, hasta que los romanos encontraron nuevos cuerpos con propiedades similares, como el vidrio, la resina y el cuarzo.

Foto tomada de FOX para Pexels.

En la antigua ciudad griega de Magnesia se encontraban las magnetitas, que eran piedras con polos de atracción entre sí. De ahí el derivado de la palabra magnesio (imán), que representa su cualidad distintiva.

Historia-electricidad.

El desarrollo de la electricidad ocurrió a partir del siglo XVI. A través del físico William Gilbert (1544-1603) se realizaron los primeros experimentos sobre electroestática. Personaje de influencia notoria en el reino británico de Elizabeth I, su estudio permitió dividir a los materiales en conductores y aislantes.

Al frotar distintas sustancias para su atracción, Gilbert denominó este fenómeno como fuerza eléctrica. Autor del libro “De Magnette” (1600), era un físico obsesivo por las brújulas magnéticas de los buques británicos, lo que le permitió realizar estudios sobre la capacidad atractiva de la electricidad.

Los análisis de Gilbert fueron desarrollados por otros investigadores. A partir del siglo XIX, los estudios sobre experimentación eléctrica del físico francés Charles Francois de Cistenay Du Fray (1638-1739) fueron de vital importancia para el desarrollo de la electricidad.

Basado en los trabajos del físico inglés Stephen Grey sobre conductividad eléctrica, Du Fray arribó a la conclusión de que hay dos tipos de electricidad, a los que denominó vítreo y resinoso. Su estudio recibió el nombre de “teoría de los dos fluidos”. Las definiciones de Du Fray se basan en que, al frotar dos cuerpos eléctricos del mismo componente, éstos se repelían, a la vez que existía atracción con un material de distinto componente. Aunque falló en el resultado final, Du Fray fue el descubridor de los polos electromagnéticos.

Este descubrimiento fue desarrollado por el científico norteamericano Benjamin Franklin (1706-1790), aduciendo que en realidad existía un solo tipo de electricidad –fluido único–, por lo que reemplazo los términos de Du Fray, denominándolos polos de tipo “positivo” y “negativo”.

Foto tomada por Oronzo Roberti para Pexels.

Franklin enunció los principios de la electricidad, a través de una serie de estudios y escritos (como “Experimentos y Observaciones sobre la Electricidad”). En 1752, durante una jornada de tormenta,  realiza un experimento con una cometa con esqueleto de metal. Atada a un hilo de seda, demostró que los rayos poseen descargas eléctricas. Por lo tanto descubre el pararrayos, que provocó una instalación masiva del producto en diversas ciudades norteamericanas.

Otros científicos que realizaron estudios sobre la electricidad fueron Otto Van Guerike, Luigi Galvani y Alessandro Volta. Pero hubo que esperar hasta principios del siglo XIX, cuando aparecen los análisis del físico francés Andrés Maria Ampere (1775-1836).

En 1819 los trabajos de Ampere permitieron deducir las leyes de atracción y repulsión eléctrica, a la que denominó electrodinámica. En ella describe la relación entre los conductores atravesados por una corriente eléctrica, que puede ser de atracción o repulsión.

Gracias al descubrimiento del electroimán, instaló la unidad de medida de la electricidad, a la que recibió el nombre de amperímetro, en honor a su causa.

El estudio de Ampere encontró su correlato en los trabajos que realizó el físico alemán Jorge Ohm (1787-1854). En 1827 formula una ley que enumera la relación entre voltaje, corriente y resistencia en un circuito eléctrico. Antecedente inmediato de las Ecuaciones en Electromagnética de James Clerk Maxwell, fue considerada una ley de tipo empírica, que recibió el nombre de Ley de Ohm.

El desarrollo de la electricidad impulsó un impacto profundo en la sociedad moderna del siglo XX, siendo el elemento conductor de mayor utilidad en el trabajo industrial y de servicios.

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