¿Por qué nos gusta tanto el sexo? es la pregunta que pretendemos respondernos por medio de esta colección. A lo largo de ella veremos que las transgresiones de nuestros antepasados son las mismas que hoy tenemos: nos reflejamos en las conductas de ellos como en un espejo.
Hombres y mujeres sexuales, que coqueteamos, nos enamoramos, nos casamos, nos reproducimos, nos engañamos y nos volvemos a enamorar, hasta que la vejez o la tumba les marcan el alto a nuestros actos.
A continuación les damos una probadita de lo que hay en las páginas de estos cuatro libros.
Prehistoria
– La urgencia por tener sexo está en nosotros porque descendemos, todos, de gente que tenía esa misma urgencia.
– Las mujeres nómadas de la prehistoria conocían algunos métodos de control; el más común era el infanticidio.
– Los hombres tienen el pene más largo, grueso y flexible que cualquier primate.
– Según los antropólogos, la cena romántica tiene sus orígenes en la prehistoria. Dar una «ofrenda» alimenticia a la mujer tiene por objeto nutrirla antes del sexo.
Antigüedad
– El signo distintivo para reconocer a las prostitutas era que éstas portaban una copa en sus manos, pues eran las únicas mujeres que tomaban cerveza.
– No existen pruebas que indiquen que los sumerios valoraran como algo sagrado la virginidad antes del matrimonio.
– Entre los egipcios era frecuente que los amuletos tuvieran una marcada función sexual.
– Como método anticonceptivo, a las mujeres les aplicaban miel y semillas de acacia en los genitales.
Edad Media
– Muchos de nuestros conceptos e ideas más profundos sobre el sexo provienen del medievo.
– La finalidad del sexo era la procreación —a costa de la sumisión de la mujer y del poder del hombre— por lo que el placer y el juego estaban negados.
– El caballero que hizo hablar a los coños es un fabliaux —«cuento para reír»—, es decir, un escrito burlesco de los siglos xiii y xiv.
– Se sabe que para incrementar el deseo sexual en los hombres, las mujeres tomaban un pez vivo y lo introducían en su vagina hasta que muriera, luego lo cocinaban y se lo daban de comer a su marido.
Modernidad
– En el Renacimiento, se popularizó en Italia un festejo que provenía de los cultos romanos, pero que era católico: el Festival de la Carne, o sea, el carnaval: ricos y pobres desfilaban enmascarados o con antifaz por las calles y danzaban en forma lasciva.
– Durante la evangelización del Nuevo Mundo, muchos clérigos abusaron de las indias, las mestizas y los jóvenes. Algunos curas se rehusaban a oír sus confesiones a no ser que se prestaran a «cumplir sus deseos».
– A principios de la Modernidad la gente seguía creyendo que el sexo era algo que el hombre le hacía a la mujer.
– Se le conocía como «el martirio del mercurio» a la cura de enfermedades venéreas en las que éste se usaba: «Por una noche de devaneos sexuales con Venus, pasaban toda una vida con Mercurio».
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