Cualquier mexicano que se respete ha cantado alguna vez —con o sin tequilas de por medio— al son de un grupo de señores vestidos de charro, con guitarrón, violín y trompeta, algún son festivo —«negrita de mis pesares…»— o alguna canción de José Alfredo, «de dolor y contra ellas» —como «me cansé de rogarle…». Y es que no cabe duda de que el origen del mariachi es parte de la vida festiva de cualquier mexicano.
Pero es curioso que algo tan mexicano como el mariachi tenga un nombre que no proviene de una lengua indígena, ni del español antiguo, sino del francés. La teoría más conocida nos dice que proviene de la palabra francesa marriage, «boda» o «matrimonio», y que con el tiempo se transformó en la palabra mariachi que hoy conocemos. Y es que en la época de la intervención francesa, los soldados franceses comenzaron a referirse como marriage —matrimonio en francés— no únicamente a las bodas que presenciaban en tierras mexicanas, sino a la música que se tocaba en ellas.
Pero muchos estudiosos mexicanos rechazan esta teoría argumentando que es raro que antes de la llegada de los franceses no existiera otra palabra que identificara a este tipo de grupos musicales. Sobre todo porque los primeros conjuntos musicales —antecesores de estos festivos mariachis— datan de la época de la Colonia y son oriundos de Cocula,1 «De Colula es el mariachi, de Tecalitlán los sones…», nos dice Ramón Talavera Franco en su Historia del mariachi, en www.culturafronteriza.com Jalisco.
Se dice que, cuando llegaron los frailes españoles a Cocula, se dieron cuenta de la facilidad de los lugareños —conocidos como indios cocas— para reproducir sonidos armónicos y, al correr el tiempo y ser totalmente conquistados por los españoles, éstos transformaron sus propios ritmos autóctonos y adoptaron instrumentos españoles como el violín y la guitarra y luego el guitarrón y la vihuela, instrumentos sin los cuales el mariachi que hoy escuchamos carecería de su sonido característico.
Otra de las teorías señala que en Jalisco y Michoacán hay un árbol de madera blanca y porosa, el cual es usado para la fabricación de guitarras, que se llama mariachi, sin embargo, hay mucha gente oriunda que desmiente que éste realmente exista. La otra teoría dice que los indígenas de Cocula empezaron a adorar a la Virgen, que llamaban María del Río, y en su nombre crearon un canto de alabanza que se leía María ce son o «la Canción de María» y al pronunciar /maría se/ se fue deformando a /maría she/ o /maría shi/ y, finalmente, derivó en mariachi. Sin embargo, esta hipótesis es tan rebuscada que parece poco plausible.
Durante toda la Colonia, la música de mariachi era menospreciada por la aristocracia y había permanecido en su medio rural, pero en 1905 las cosas cambiaron, al considerarse al mariachi como un grupo pintoresco digno de presentarse en foros citadinos. Así, un grupo de mariachis fue llevado a cantar en un cumpleaños del presidente Porfirio Díaz y, dos años después, en 1907, nuevamente el presidente Díaz los invitó a amenizar una fiesta ofrecida en honor del secretario de estado estadounidense Elihu Root. Se dice que este grupo vino ex profeso desde Guadalajara e interpretó sones y jarabes, y algo importante: ¡que ésta fue la primera vez que un «mariachi» se vistió con el atuendo ahora ya característico de charro!
Si el mariachi se puso de moda en la época de la intervención y más aún del porfiriato, es muy probable que la palabra sea de origen francés —así lo afirman muchos estudiosos como Jesús Jauregui, investigador del inah y una autoridad sobre el tema—, y aceptarlo de ningún modo le resta mexicanidad a algo que, está por demás decir, es «muy nuestro».