El escritor irlandés James Joyce comenzó una complicada relación amorosa con Nora Barnacle en 1904, con quien no se casó sino hasta 1931, diez años antes de morir. Durante muchos años la pareja intercambió correspondencia erótica, hoy célebre. En 2004 una de estas cartas se subastó por 445 mil dólares.
Dublín, 13 de diciembre de 1909
Estaría encantado de sentir mi carne cosquilleando bajo tu mano. ¿Sabes a qué me refiero, Nora querida? Deseo que me golpees, o que me azotes incluso. No de juego, querida, sino en la forma más seria, en mi piel desnuda. Me gustaría que fueras fuerte, fuerte, querida, y tuvieras un grande y orgulloso pecho y unos muslos grandes y gordos. Me encantaría que me latiguearas, ¡Nora, mi amor! Amaría hacer algo que te molestara, incluso algo trivial, quizá alguno de mis sucios hábitos que te hacen reír: y después escuchar cómo me llamas a tu habitación y encontrarte sentada en tu silla, con tus muslos gordos lejos uno del otro y tu cara roja de ira, con un bastón en la mano.
Que señales lo que hice y después con un movimiento iracundo me jales hacia ti y me pongas boca abajo sobre tu regazo. Después sentir cómo tus manos bajan mis pantalones y mi ropa interior, cómo levantan mi camiseta, y luchar entre tus brazos fuertes y tu regazo, sentir cómo te inclinas hacia mí —como una enfermera enojada dándole una golpiza al trasero de un niño— hasta que tus grandes pechos casi me tocaran y yo te sintiera azotándome, azotándome, azotándome brutalmente en mi desnuda y temblorosa piel…