Visité a Jacobo Zabludovsky para hablar de Cuba y la relación que guarda con nuestro país. He aquí el resultado de esta plática.
Carlos B. R.: Entrando en materia, leí que usted fue el único periodista mexicano que estaba en Cuba cuando ocurrió la Revolución. ¿Cómo fue que usted llegó en ese momento?
Jacobo Zabludovsky: Fidel Castro preparó dos años su expedición a Cuba aquí en México; estuvo dos años entrenando con sus muchachos y de aquí partió para descender de un barco, del Granma —que compraron en Tuxpan, Veracruz—, en la provincia de Oriente en Cuba. Dos años después de su desembarco Fulgencio Batista huye de Cuba, el 1 de enero de 1959; yo estaba en México y conocía muy bien toda la historia de Castro desde el 26 de julio de 1953, cuando intentaron asaltar el cuartel de Moncada…
CB: Que fue fallido…
JZ: El 31 de diciembre de 1958, la víspera de la caída de Batista, yo cené con Jorge Besquin y Fofo Gutiérrez, ingenieros industriales mexicanos, en el restaurante Capri del Hotel Regis de la Avenida Juárez. Ellos compraron el barco para que se fuera Castro. La esposa de Fofo Gutiérrez, Orquídea Pino, era hermana de Onelio Pino, el capitán que llevó el barco de Tuxpan a Cuba, y toda la noche hablamos de eso. A las 4 de la mañana, ya en mi casa, me hablan de mi oficina diciendo: «cayó Batista».
Cuando les hablé por teléfono a Jorge y a Fofo, que los acababa de dejar en su casa ya con copas, y les dije: «cayó Batista»; uno me colgó enojado y el otro me dijo: «No se hacen esas bromas, estúpido». Entonces me fui al aeropuerto y esperé cinco días a que saliera un avión porque se suspendieron todos los vuelos al aeropuerto del Rancho Boyeros, en La Habana.
Pero unos partidarios de Castro que estaban aquí exiliados alquilaron un avión y me dieron un lugar para irme, pero un sólo lugar; no podía llevarme ni camarógrafo, ni operador de radio, ni nada. Entonces yo era director de Noticieros Televisa, me dieron un lugar en ese avión y llegué a La Habana el 5 de enero. Castro no había llegado a La Habana porque estaba en la Provincia de Oriente cuando cayó Batista y venía lentamente atravesando toda la isla.
A cargo de la Provincia de La Habana estaba un muchacho con boina, de acento argentino que le decían el «Che» Guevara. Me dieron un salvoconducto, Carlos Franqui que era periodista, amigo mío de años antes, para que yo pudiera entrevistar al «Che» Guevara, y lo entrevisté. Entonces me fui a encontrar a Castro, el venía hacia el Poniente y yo fui hacia el Oriente y lo encontré en la Ciudad de Matanzas.
CB: Que ahí fue donde usted hizo su crónica, de ahí viene firmada…
JZ: De ahí viene firmada la crónica. Le hice la entrevista, me regresé a La Habana y al día siguiente, 8 de enero, yo ya estaba en La Habana, me adelanté unas horas a Castro y yo estuve en su entrada a La Habana y fui el único periodista mexicano que estuvo presente, el 8 de enero de 1959.
CB: ¿Qué sintió usted, qué recuerda, qué le llamó más la atención al bajar del avión en Cuba? ¿Qué es lo que percibió en el ambiente?
JZ: Una gran alegría, una gran euforia. La gente estaba feliz con el triunfo de los rebeldes. Con la llegada de Castro se reunieron a lo largo del malecón de La Habana que tiene como 14 km de largo y no cabía la gente.
CB: ¿Qué fue lo primero que le preguntó al «Che» Guevara cuando se entrevistó con él?
JZ: Fueron varias preguntas, fue muy breve. Pero le pregunté algo de lo que estoy curiosamente muy satisfecho porque parece una pregunta tonta, pero dio lugar a una respuesta que pintaba perfectamente las condiciones del «Che» Guevara en ese momento y la firmeza de sus creencias.
Le pregunté, porque para el mundo entero era una novedad ver a esos hombres con el pelo hasta los hombros y las barbas crecidas, ¿cuándo iban a ir la peluquería? Y me respondió el «Che» Guevara:«De modo que nosotros hemos librado una guerra durante dos años, embarcamos 90 y quedamos 82, hemos perdido a casi todos nuestros compañeros en combate, hemos derrocado a un déspota y vamos a transformar este país para no dejar piedra sobre piedra, y ¿a usted lo único que le interesa es cuándo nos pelamos?».
Esa pregunta me deja a mí como un tonto; yo la hubiera podido cortar, yo la tengo, yo la hice, no había otros testigos, pero no importan las preguntas: en las entrevistas lo que importan son las respuestas. Y esa respuesta del «Che» Guevara frente lo que a la víspera me había dicho hacía más de una hora Fidel Castro, me dio una faceta distinta del revolucionario…
CB: ¿Con sentido del humor…?
JZ: …el que no aceptaba regateos, el que no quería una revolución a medias o un esfuerzo frustrado. Él tenía la idea de lo que quería de Cuba para bien o para mal, pero el tenía la idea y la expresaba sin temores. Un gran personaje. Y es muy curioso, porque eso va de 1959 a la fecha, han pasado casi 60 años y de la muerte del «Che» Guevara han pasado casi 50. En este momento, cuando uno viaja por el mundo, y ve grupos revolucionarios o muchachos descontentos, ve a muchos con camisetas que traen retratos del «Che» Guevara, nadie trae el retrato de Fidel Castro.
Nada más lo expreso como un hecho, sin criticas, porque cada uno tiene su lugar en al historia; claro, la muerte también lo volvió un mártir y muere en la búsqueda, aunque se haya equivocado; porque él era un blanco que se fue a meter a un pueblo de indios que odiaban a los blancos, para empezar.
CB: No había cohesión social en Bolivia…
JZ: Pero había buena fe de parte de él…
CB: Y hablando de preguntas en su carrera, que ya es historia en el periodismo, ¿cuál es la pregunta más estúpida que le han hecho?
JZ: ¡Ah! Pues no es estúpida pero sí es muy graciosa. Iba yo manejando mi coche y se acerca una señora que vendía lotería y dice: ¡Lotería! ¡lotería! ¡ay!, ¿usted es Jacobo? Y le dije: sí, señora. Y me dice: Con razón se parece.
«En este momento cuando uno viaja por el mundo y ve grupos revolucionarios o muchachos descontentos, ve a muchos con camisetas que traen retratos del «Che» Guevara, nadie trae el retrato de Fidel Castro».
CB: Después de ver como inició la Revolución cubana, lo que hemos visto del bloqueo, las consecuencias, la situación de miseria extrema que llegó a tener Cuba y ahora que está cambiando sus relaciones con los EE.UU., ¿cuál es su opinión?
JZ: El mundo es otro, el mundo actual no es aquel que vio nacer un país comunista a 20 minutos de vuelo de territorio firme de EE.UU. Era un mundo bipolar; dividido entre comunismo y capitalismo, era un mundo estremecido por la Guerra Fría, ahora es un mundo muy distinto, con centros de poder diversos y con preocupaciones diferentes, con sistemas de comunicaciones que han transformado la vida del ser humano y han roto todas las limitaciones que los poderosos trataban de imponer a la libertad de expresión, y la imponían.
Es hora de recapitular y en lugar de revisar rencores o revivir motivos de odio…, sí, no olvidar la historia, pero adecuarse a la realidad actual, y es lo que están haciendo Washington y La Habana. Yo soy un enamorado de Cuba y de su cultura, de su espíritu de lucha, de La Habana que es una ciudad bellísima. Eusebio Leal, historiador de La Habana —ese es su título oficial—, desde hace años impidió que se tiraran las casas en La Habana Vieja; algunas están en muy mal estado, pero están, y restauradas son bellísimas; hay una armonía en el paisaje urbano de la capital de Cuba que, con el cambio económico que se avecina, sin duda tendremos un tesoro universal en La Habana. De otra manera habría sido otro Miami, que no está mal; Miami es estupendo, pero es Miami. Otro Miami quizá se pueda hacer, pero otra Habana, nunca.
CB: Quedó congelada en 1959…
JZ: Exactamente y ya era lo antiguo. Me fascina La Habana.
CB: ¿Usted ha ido con frecuencia?
JZ: Voy con frecuencia; cuando me casé fui de luna de miel a La Habana. La primera noche me hospedé en el Hotel Lincon, que aún existe, donde acostumbraba a quedarse Hemingway, en el centro de La Habana Vieja. Voy mucho, cada vez que puedo.
CB: Y usted a lo largo de estos años, ¿cómo ha visto el deterioro económico y social de Cuba?
JZ: Pues más que todo he sentido la falta de libertades de la gente. No estoy de acuerdo en ese tipo de regímenes. Sin embargo, han logrado sobrevivir. El presidente del país más poderoso del mundo se reúne con el líder rebelde convertido en institución y deciden hacer borrón y cuenta nueva; sobre todo cuenta nueva.
CB: Pero también por el bloqueo, que finalmente fue el que originó muchos de los conflictos…
JZ: Quizá en parte también el bloqueo, pero también el sistema.
CB: Si, claro. Con el pretexto de no tener infiltrados…
JZ: Exactamente, no le echemos toda la culpa al bloqueo, que lo tiene.
CB: Se volvió tremendamente reacio y burocrático.
JZ: Pero ahí tenemos muchos recuerdos de La Habana, muy cercana a México.
CB: Para usted, ¿cuál sería el vínculo más evidente y más cercano que tenemos con los cubanos?
JZ: Hay un vínculo histórico. De Cuba salió Hernán Cortés para la conquista de este imperio, que era el Mexica. Siempre ha habido mucha relación con Cuba: su influencia sobre la música yucateca es evidente, de la trova hasta las guayaberas. Son las mismas guayaberas que se usan en Mérida que las que se usan en Pilares del Río. No hay que olvidar que México es en gran parte caribeño. Luego tenemos su literatura, su poesía, sus leyendas, su arte… Cuba nos ha dado a grandes pintores, deportistas, arquitectos y creo que es muy afín a todos los mexicanos, independientemente de los gobiernos.
CB: Tengo entendido que Arsacio Vanegas fue el que recibió y entrenó a Fidel y al Che aquí en México.
JZ: Sí, ¿fue veterano de la guerra de España?
CB: Era nieto de Vanegas Arroyo, quién había impreso los grabados de Posada, y era luchador profesional.
JZ: Así es, tenemos muchos motivos. Yo creo que va a ser lento el cambio en Cuba, lo cual es bueno, porque sino sería traumático; va a ser lento, pero también es inevitable y va a ser irreversible. Creo que son síntomas de mejoría, no sólo para el pueblo cubano sino para todos los pueblos de la zona. Hay pueblos empobrecidos, más que muchos del África recóndita, como Haití a su paso de Cuba, se puede ir en lancha a Haití. Es el país más pobre del mundo, no se ha podido recuperar de un huracán de hace unos cuantos años.
CB: Y de sus dictadores…
JZ: Y de los dictadores, en una tierra fecunda en dictadores y déspotas, Haití tiene el campeonato.
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