Subtitulada «Una pieza para demagogos en tres actos», El gesticulador, obra dramática escrita por Rodolfo Usigli, se publicó en El Hijo Pródigo, a fines de 1938 y se estrenó en Bellas Artes con gran controversia en mayo de 1947.
«Dondequiera encuentras impostores, impersonadores, simuladores; asesinos disfrazados de héroes, burgueses disfrazados de líderes; ladrones disfrazados de diputados, ministros disfrazados de sabios, […] demagogos disfrazados de hombres. ¿Quién les pide cuentas? Todos son unos gesticuladores hipócritas.»
El público acogió la obra con gran interés, pero el gobierno reaccionó con violencia: hubo suspensión de funciones y ataques pagados en la prensa.
Censurada por Salvador Novo por su crítica social
y su «alto contenido político», El gesticulador es una alegoría de la hipocresía del mexicano, la simulación, las máscaras, y sobre aquellos que, a la luz de la historia, se convierten en héroes o villanos.
Esta obra ha sido bien estudiada principalmente por las preguntas que se generan sobre la identidad y el ser del mexicano. Usigli cita al filósofo Samuel Ramos –autor de El perfil del hombre y la cultura en México (1934)– en el «Epílogo sobre la hipocresía del mexicano». Justo cuando acaba el primer acto de El gesticulador; a este pensador lo califica de «el único filósofo crítico que hemos tenido en este siglo», y agrega su opinión de que el «mexicano es incapaz de objetivarse sinceramente»
Usigli es considerado uno de los principales precursores del teatro nacional por haber llevado a la escena problemas sociales típicamente mexicanos. Su influencia más importante es la del dramaturgo noruego Henrik Ibsen, pero incluso, llegó a ser admirado por el dramaturgo irlandés George Bernard Shaw.
Con el título: El impostor, Emilio «El Indio» Fernández realizó una adaptación de esta obra en 1960, con Pedro Armendáriz en el papel principal.
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