Buena parte de ellos están explicados en la entrada correspondiente del diccionario académico. Sin embargo, no aparecen todos ahí.
Una prueba de ello es el hecho de que en el llamado «diccionario manual» de la misma Academia se da cuenta de un interesante valor de como, no incluido todavía
en el «diccionario oficial». Recuérdese que una de las características del diccionario manual —frente al diccionario oficial— es que añade un considerable caudal de vocablos de uso común y lo recoge consciente de que puede ser un léxico de fugaz paso por la lengua general; de esa forma,
la Academia considera que esas voces están como a la espera de su definitiva instalación en la lengua y será entonces cuando las incorpore en el diccionario oficial.
–Pero, ¿qué tanto es tantito?–
Según el diccionario manual, como puede equivaler, en algunos casos, a los adverbios aproximadamente, más o menos, y anota el siguiente ejemplo:
Es un hombre como de 30 años.
Se trata, a mi ver, de un empleo generalizado en la lengua hablada y escrita, que bien merecería ser considerado en el vocabulario oficial.
Ahora bien, en la expresión «lo vi “como muy” cansado» podría uno preguntarse si el adverbio muy forma o no
un «conglomerado», una totalidad, con la voz como o si simplemente se trata de un modificador del adjetivo cansado: «como-muy cansado» o «como muy-cansado». Me inclino por este último.
No faltan autores que creen que en efecto «como muy» es un conglomerado que debe verse como un sintagma unitario.
Leonardo Gómez Torrego —Manual del español correcto— así lo considera. Sin embargo, no le falta razón cuando asigna a como —muy— un matiz significativo más, no anotado en el diccionario manual: el de «atenuación».
En efecto, en una expresión como «lo vi “como muy” cansado» el valor de como no es el de «aproximadamente» sino más bien el de hacer ver que el hablante no está muy seguro de su apreciación.
El propio Gómez Torrego hace ver que algunos empleos de como —muy— son incorrectos. Ello sucede precisamente cuando en la intención del hablante está ausente la idea de «aproximación» o de «atenuación».
Tanto en España como en México hay casos en los que el como parece superfluo.
Si alguien dice, por ejemplo, «el asunto me parece “como muy” importante» no está manifestando de hecho inseguridad alguna; en el enunciado «debes tener “como muy” en cuenta lo que te estoy diciendo», como no desempeña función alguna. Obsérvese que, suprimiendo en tales casos la voz como, las expresiones
conservan, por una parte, su sentido y, por otra, resultan menos pedantes:
«el asunto me parece muy importante», «debes tener muy en cuenta lo que te estoy diciendo».
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