Todos tenemos un favorito y otros que nos disgustan. Se ha comprobado que los colores representan un estado de ánimo, y que para cada cultura significan algo distinto. Incluso popularmente designan el orden jerárquico de los Power Rangers. No obstante que todos los usamos, vale la pena preguntarse ¿qué es el color?
La luz
Antes de colorearnos, primero iluminémonos. La radiación electromagnética es el transporte de energía por medio de dos campos oscilantes, el eléctrico y el magnético, que se propagan por el espacio. A la porción que el humano puede ver de la radiación le llamamos luz, que es una onda-partícula que se propaga esféricamente. Gracias al efecto fotoeléctrico, que el mismísimo Einstein dedujo, ahora sabemos que la luz está compuesta por partículas sin masa, llamadas fotones, que viajan en forma de ondas.
Así llegamos al famoso espectro electromagnético, que reúne los diversos niveles de la radiación. De izquierda a derecha, el orden es decreciente en cuanto a la energía y la frecuencia, pero al mismo tiempo es creciente para la longitud de onda; es decir, entre mayor sea la frecuencia, mayor es la cantidad de fotones transportados —mayor energía—, pero menor es la longitud. De todo ese espectro, sólo una pequeña parte es visible para el ser humano, por lo que apropiadamente le llamamos «espectro visible».
Dos «tipos» de colores
El espectro visible no es más que la luz blanca y sus comportamientos: refracción, propagación, difracción, interferencia, reflexión, dispersión y polarización.
Newton, justamente, experimentó con un haz de luz, al descubrir que ésta se descompone en los siete colores del arcoíris1 —violeta, azul, cian, verde, amarillo, naranja y rojo—, y al combinarlos obtuvo la luz blanca.
Hay que mencionar que todo esto es posible por el tipo de estrella que es el Sol, pues si fuese una gigante azul, nuestro espectro visible estaría más a la izquierda —¡visión ultravioleta!
Ahora bien, una cosa es el color propio de la luz y otra es su relación con la materia. Los llamados «colores luz» nacen de los objetos que emiten luz: las estrellas, los compuestos fluorescentes, los seres vivos bioluminiscentes o los aparatos electrónicos, por lo que el color no es tangible. En cambio, los «colores pigmento» son la manifestación física del color, propia de la materia, que pueden pintar o teñir, como las tintas o los colorantes naturales y artificiales. El proceso físico de los pigmentos depende de la absorción y reflexión parciales de la radiación; o sea, una zanahoria es naranja porque su pigmento natural —el caroteno— no absorbe la «luz naranja», sino que la refleja y así nuestros ojos la perciben anaranjada.
Jane Austen dice…
Los culpables de nuestra percepción del color son los conos y los bastones contenidos en los ojos. Estas dos células se reparten la chamba para identificar la absorción o no de la luz —colorida— y su intensidad. Se nombran así por la forma de sus segmentos externos, donde una es conoide y la otra recta —aunque no tiene la curvatura de un bastón para caminar.
Por un lado, los bastones son células fotorreceptoras sumamente sensibles a la luz, por lo que son responsables de la visión cuando hay baja luminosidad —la visión no urna—. El trabajo de los bastones sólo tiene que ver con la intensidad de la luz, por ende, son incapaces de detectar el color. Estas células se ubican en la retina, excepto en la fóvea —en la parte trasera del glóbulo ocular—, y contienen un pigmento natural llamado rodopsina.
Después, los conos son otro tipo de células menos fotosensibles que los bastones, que se sitúan en la retina —especialmente en la fóvea— , y éstos sí son los que nos hacen percibir el color. Además, los primates tenemos el privilegio de tener tres tipos de conos, que distinguen hasta tres colores de luz: los tipo S, que perciben la luz en el espectro del azul y contienen cianotopsina; los M, para la luz verde, con cloropsina; y los L, para el espectro del rojo, gracias a la eritropsina.
Propiedades del color
Ya que sabemos lo que es el color, es momento de conocer sus tres propiedades fundamentales:
1. el matiz, 2. la saturación y 3. la intensidad.
En colorimetría, el matiz o tono es «el grado en que un estímulo se puede describir como similar o diferente a otros que se describen como rojo, verde, azul y amarillo», según Mark Fairchild. En cristiano, el matiz ubica la posición de un color dentro del círculo cromático —los rojos, los azules, etcétera—. Para los colores luz, el matiz está estrechamente relacionado con la longitud de onda; mientras que en el caso de los pigmentos, la pureza de su color se da sin la necesidad de mezclar blanco o negro.
Por ejemplo, cuando usted colorea vigorosamente en una hoja de papel, notará una gran diferencia a que si lo hubiera hecho suavemente; el color se nota «más vivo», es decir, el color está más «saturado». En cambio, la intensidad del color depende de la luminosidad o del brillo, por lo que el color más luminoso es el blanco, y el menos es el negro. Podrá suponer que todos esos términos del habla cotidiana como color clarito, pastel, pardo o hasta sucio, de alguna u otra forma remiten a estas tres propiedades —sólo que las revolvemos.
El secreto de Victoria
No obstante, la vida no es color de rosa, pues estandarizar todos estos conceptos es algo más complicado —y eso sin meternos a discutir si dos personas realmente perciben igual el mismo color—. Afortunadamente, ya estamos familiarizados con los conceptos de colores primarios, secundarios y terciarios. A partir de los primarios, surgen todos los demás, pues hay dos maneras de obtener colores.
Una es la síntesis aditiva de los colores luz, la cual fue explicada por el polímata inglés Thomas Young: «cualquier color se obtiene por la suma o adición de otros, y el resultado final siempre es el blanco». Los modelos que se basan en esta síntesis son el CIE, RGB, HSV/HSL y el de video compuesto —luma y crominancia—. Los modelos HSV/HSL se estructuran por las propiedades del color, mientras que los RGB se basan en el control de la intensidad de los colores primarios: rojo, verde y azul —cuyas siglas en inglés dan nombre a este modelo: red, green y blue—, de los que nacen los secundarios magenta, amarillo y cian. Y, ¡oh, sorpresa!, todo aparato electrónico que se jacte de tener una pantalla, usa este modelo, así como nuestra propia percepción del color.
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