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Científicos alemanes que cambiaron la historia

Tal vez al oír el nombre de Alemania de inmediato pienses: «gente inteligente; futbol vertical» o «ricas chelas».

Tal vez al oír el nombre de Alemania, de inmediato usted piense: «gente inteligente; futbol vertical» o «ricas chelas». Y pues sí, dentro de los estereotipos que existen en el imaginario colectivo sobre los alemanes, no es casualidad que por su mente pase uno —o varios— de los científicos más célebres que «en el mundo han sido». He aquí un recuento de los más emblemáticos.

Johannes Kepler

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(27 de diciembre de 1571, Weil der Stadt – 15 de noviembre de 1630, Regensburg, Sacro Imperio Romano Germánico)

Figura clave de la revolución científica
 del siglo XVII, matemático y 
astrónomo. Escribió sobre astronomía, 
apoyando la teoría heliocéntrica de
 Copérnico. De sus libros Mysterium
 Cosmographicum, Astronomiae Pars
 Optica y Astronomia Nova surgieron las 
llamadas Leyes de Kepler —otros científicos las nombraron así—: «Todos los planetas se desplazan alrededor del Sol describiendo órbitas elípticas. El Sol se encuentra en uno de los focos de la elipse»; «el radio vector que une a un planeta con el Sol, recorre áreas iguales en tiempos iguales»; y «Para cualquier planeta, el cuadrado de su periodo orbital es directamente proporcional al cuadrado de la longitud del semieje mayor de su órbita elíptica».

us descubrimientos fueron fundamentales para la Ley de Gravitación que luego estableció Isaac Newton.

Gottfried Wilhelm Leibniz

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(1 de julio de 1646, Leipzig – 14 de noviembre de 1714, Hannover, Sacro Imperio Romano Germánico)

Considerado como el «último genio universal», estuvo prácticamente ligado a toda rama de la ciencia: fue filósofo, matemático, físico, filólogo, sociólogo, y político alemán que rivalizó con el mismísimo Newton.
Haciendo a un lado sus vastas aportaciones, Leibniz, contribuyó especialmente en matemáticas: a la par de Newton descubrió el cálculo —diferencial e integral—, pero su legado más relevante fue la introducción de las notaciones actuales para la integración: «∫», summa, y «d», differentia, ambas en latín y anticipó por casi dos siglos a la topología —rama de las matemáticas que estudia propiedades de los cuerpos geométricos que permanecen inalterados por transformaciones continuas— al decir que una línea recta en realidad es una curva y que cualquiera de sus puntos son iguales.

Él perfeccionó el sistema binario: base de toda la tecnología digital.
Einstein tuvo el mismo modo de pensar que Leibniz, ya que éste también dijo que el espacio, tiempo y movimiento son relativos y no absolutos como se pensaba en aquella época —y hasta mediados del siglo xx.

Aquí hay gato encerrado

Alexander von Humboldt

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(14 de septiembre de 1769, Berlín – 6 de mayo 1859, Berlín, Reino de Prusia)

Considerado como el «padre de la
 geografía moderna» también fue 
astrónomo, humanista, naturalista y
 explorador. De muy joven recorrió todo 
el río Rin hasta llegar a Holanda y de
 ahí viajó hasta Inglaterra: esto despertó
 su futura vocación por explorar otros 
continentes. Realizó expediciones por Nueva Granada —Venezuela, Colombia y Ecuador—, por el Perú, la Nueva España, Cuba y finalmente Norteamérica.
Irónicamente, en Alemania no es tan conocido como en el resto del mundo.

Durante sus viajes registró información primordial sobre: el clima, recursos naturales, orografía, flora y fauna, además de su fundamental estudio vulcanológico del Nuevo Mundo. Obtuvo la nacionalidad mexicana en 1827 por parte del presidente Guadalupe Victoria y en 1859 —el año de su muerte— fue declarado como Benemérito de la Patria por Benito Juárez.

Carl Friedrich Gauss

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(30 de abril de 1777, Braunschweig, Sacro Imperio Romano Germánico – 23 de febrero de 1855, Göttingen, Confederación Germánica)

Llamado «el más grande matemático desde la antigüedad» o Princeps mathematicorum, las aportaciones
de Carl Gauss en teoría numérica, álgebra, estadística, análisis, geometría diferencial, geodesia, geofísica, mecánica, electroestática, astronomía, teoría de matrices y óptica, revolucionaron la ciencia. Luego de ser un «niño prodigio», a los 21 años escribió su «obra maestra»: Disquisitiones Arithmeticae, tratado con el que consolidó a la teoría numérica como disciplina. En cuanto a astronomía, ayudó a reencontrar al planeta enano Ceres —situado entre Marte y Júpiter—, sólo empleando métodos matemáticos —entre ellos la Segunda Ley de Kepler y antecediendo la Transformada rápida de Fourier de 1965— que le ayudaron a determinar la Constante gravitacional gaussiana, la cual contiene al «método de los mínimos cuadrados» que ahora es indispensable para minimizar el impacto del error.

Lee también acerca de Einstein y la relatividad

Max Planck

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(23 de abril de 1853, Kiel, Confederación Germánica – 4 de octubre de 1947, Göttingen, Alemania Federal)

Físico teórico que recibió el Premio Nobel de Física en 1918 por sus aportaciones a la teoría cuántica. Estuvo cerca de no dedicarse a la física debido a que su profesor Philipp von Jolly le
 advirtió que prácticamente «ya se había
 descubierto todo» y que sólo faltaba por 
«rellenar algunos huecos». En 1900 propuso una solución para el problema de la radiación del cuerpo negro —un absorbente ideal que no existe— presentado por Kirchoff,
 en el que la energía electromagnética sólo puede ser emitida de forma cuántica, es decir: la energía es un múltiplo de unidad elemental.

Heinrich Rudolf Hertz

(22 de febrero de 1857, Hamburgo, Confederación Germánica – 1 de enero de 1894, Bonn, Imperio Alemán)
Seguro cuando se funde un foco y usted revisa la cantidad de frecuencia para conseguir uno nuevo… ¡zap!, aparece el apellido de este físico. Hertz comprobó la existencia de las ondas electromagnéticas que habían sido predichas por el escocés James Maxwell.

Hertz sólo vivió 36 años, una de las magnitudes eléctricas lleva su apellido como homenaje a sus notables aportaciones.

El descubrimiento consistió en reformular las ecuaciones de Maxwell y juntarlas con los resultados del experimento de Michelson (1881) el cual refutó la existencia del éter, sustancia hipotética muy ligera que supuestamente ocupaba todo el espacio— por lo que demostró que las 
ondas electromagnéticas viajan a través del aire libre y del vacío, y para lo que construyó en su laboratorio un emisor —oscilador— y un receptor —resonador— de ondas.

Max von Laue

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(9 de octubre de 1879, Pfaffendorf, Reino de Prusia – 24 de abril de 1960, Berlín)

Recibió el Premio Nobel de Física
 en 1914 por su descubrimiento de la difracción de los rayos x por medio de cristales. Fuerte opositor del nazismo, fue una figura clave para el resurgimiento y organización de las ciencias en Alemania tras la ii Guerra Mundial. Hizo contribuciones en óptica, cristalografía, teoría cuántica, superconductividad y sentó bases para el desarrollo de la Teoría de la relatividad.

James Franck

(26 de agosto de 1882 en Hamburgo, Imperio Alemán – 21 de mayo de 1964 en Göttingen)
Recibió el Premio Nobel de Física 
en 1925, junto con Gustav Hertz —sobrino de Heinrich—, «por su descubrimiento de las leyes que gobiernan el impacto del electrón sobre el átomo», fundamental para el modelo atómico de Niels Bohr. Gravemente herido durante la i Guerra Mundial, fue condecorado con la Cruz de Hierro de Primera Clase. En 1920, a pedido de Max Born, Franck llegó como profesor ordinario al Instituto de Física Experimental de la Universidad de Göttingen, del que luego sería su director.

En 1933, a modo de protesta, renunció a su cargo cuando los nazis asumieron el poder, y emigró al Instituto Niels Bohr de Copenhague, en Dinamarca, no sin antes apoyar al físico inglés Frederick Lindemann para que más científicos judíos consiguieran trabajo en el extranjero.

Fue un fuerte promotor para las carreras científicas de las mujeres, de las que destacan Lise Meitner, Hertha
Sponer —su segunda esposa— y Hilde Levi. Si bien formó parte del Proyecto Manhattan durante la ii Guerra Mundial como Director de la División de Química del Laboratorio Metalúrgico, a la par fue Presidente del Comité de Problemas Políticos y Sociales, para evitar el uso de las bombas atómicas. En su honor, la Universidad de Chicago fundó el Instituto James Franck.

Encuentra este artículo completo en nuestra edición especial de Alemania.
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