Haremos un acercamiento a Las bodas de fígaro, primera de las tres óperas —junto con Don Giovanni y Così fan tutte— que Mozart realizó en compañía del libretista italiano Lorenzo da Ponte, librepensador, libertino y poeta oficial del Teatro Italiano de Viena. Continua leyendo para descubrir el amor que alimentó la rebeldía…
La obra inicia con Fígaro midiendo la cama en la que se acostará con su esposa. Por su parte, el conde de Almaviva —en la obra, Almaviva es un sitio cercano a Sevilla, España— intenta hacer válido el ya abolido derecho feudal de pernada1 El derecho feudal de pernada consistía en que, por ley, el señor feudal tomaba a las mujeres en su noche de bodas sin posibilidad de que ella o su marido se opusieran. , es decir, pasar la noche de bodas con Susana, la prometida de Fígaro, lo que provoca la decidida rebeldía del novio.
Las bodas de Fígaro es la historia de un siervo, que, a punto de casarse, se encuentra con que su amo pretende arrebatarle la primera noche con su amada.
Esta situación deriva en una serie de enredos sentimentales, sexuales y amorosos, y en una cadena de intrigas y celos con un telón de fondo político y subversivo —el siervo desobedece y se burla del conde.
A pesar de que Lorenzo da Ponte suaviza el contenido de la obra dándole un cariz menos político y más cómico, éste se puede advertir en la última escena del iv acto, en el sublime finale: «Gente, gente, all’armi, all’armi!» —«¡Gente, gente! ¡A las armas, a las armas!»—, donde el conde intenta apresar a Fígaro y termina, más bien, suplicando el perdón de la condesa y otorgando su consentimiento a las bodas, al tiempo que renuncia a pasar la primera noche con Susana. Al final, el conde y la condesa se reconcilian, todos cantan en armonía y, así, la ópera termina felizmente.
La obra teatral
Esta ópera se basa en la obra teatral del mismo nombre que estuvo censurada durante años, porque atentaba contra los privilegios de la nobleza, criticaba el orden social y reflejaba el fermento de la lucha de clases que ulteriormente se expresó en la Revolución Francesa de 1789. Además, constituye la continuación de los hechos narrados en El barbero de Sevilla —obra que musicalizaría Rossini 30 años después.
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El autor de la obra es Pierre-Augustin Caron de Beaumarchais2 A quien Fabrice Luchini interpretaría en el filme Beaumarchais, l’insolent (1996)., librepensador de la Ilustración; admirador de Diderot y discípulo de Voltaire; músico e inventor; negociante y agudo político; diplomático y comerciante de armas; editor, polemista, libertino y literato; consejero oculto de los reyes Luis XV y Luis XVI; y suministrador de armas a los insurrectos de la revolución de 1776 en los ee. uu., quienes confiscaron las propiedades de los seguidores de la corona inglesa, enemiga de Francia.
La eterna rivalidad entre Mozart y el músico Antonio Salieri (1750-1825) hizo que a éste se le imputara el fracaso inicial de Las bodas de Fígaro.
Beaumarchais representa en sus obras el ascenso de la burguesía, como clase revolucionaria, frente a la caduca sociedad feudal. Terminó la obra teatral Las bodas de Fígaro en 1778, pero sólo se montó en privado, pues, debido a su contenido político, su exhibición pública se permitió hasta seis años más tarde.
De hecho, la obra fue alternativamente prohibida y tolerada hasta el régimen de Vichy, ya que Beaumarchais representaba a la nobleza como una clase depravada, lujuriosa y degenerada, algo que en esa época era considerado peligrosamente revolucionario.
La tonada subversiva
Mozart y Da Ponte eran hostiles a la camarilla operística de la corte3 La actitud servil y arrogante de la camarilla operística de la corte es formidablemente representada en la película Amadeus (1984). A su lado, esos mediocres burócratas aparecían como cortos de talento, así que tramaron maniobras para sabotear la ópera. Sin embargo, ambos lograron convencer al emperador austriaco José ii de presentarla, cortando la mayor parte del contenido político. La ópera fue estrenada en Viena el 1 de mayo de 1786.
Seis meses después de su primer montaje en Viena, fue presentada en Praga, donde obtuvo mayor éxito. Mozart fue invitado a esa ciudad para que viese por sí mismo el impacto de su música no sólo en el teatro de ópera, sino también en los salones populares de baile. El contexto no deja duda sobre la simpatía que Las bodas de Fígaro despertó en Mozart, quien fungió como siervo en una sociedad feudal en la que los nobles se comportaban como una raza aparte.
Fígaro fue una obra políticamente satanizada y vedada que consiguió popularidad y trascendió su momento histórico gracias al brillante genio musical de un Mozart susceptible e influenciado por la efervescencia de un cambio social de dimensiones colosales: el complejo proceso de tránsito político del feudalismo al capitalismo en la Europa central de fines del siglo XVIII.
Tácitamente, en la ópera, la tiranía del conde fracasa porque es visto como un hombre muy arbitrario: no se basa en la razón y, por lo tanto, no tiene por qué existirSe trata de una comedia, pero con un mensaje serio; contiene momentos de gran belleza y patetismo.
Un régimen social que ha sobrevivido y está en conflicto consigo mismo no tiene razón de subsistir y debe ser derribado. Ésa era la lógica subyacente y la justificación de la Revolución Francesa, presente siempre en Las bodas de Fígaro.
La historia enseña que hay varias formas de luchar contra los tiranos; una de ellas es cortarles la cabeza, pero también es posible utilizar el arma del ridículo, como lo hicieron Beaumarchais y Mozart.
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