Los escritos de Edith Wharton contienen su distinguida mirada sobre la vida cotidiana; su visión en torno al oficio de la escritura se refleja en cada fragmento publicado. La novelista utilizaba el espacio de su hogar y sus viajes como la metáfora inicial para soltar su pluma.
Con un destacado gusto por lo gótico y un sentido del humor frio, Edith Wharton consiguió el éxito dentro del gremio novelístico con 40 novelas, una autobiografía, algunos cuentos y relatos breves; además, su amplio conocimiento se extendió a escribir textos relacionados a la decoración y viajes.
La vida de Edith Wharton transcurrió largo tiempo en Francia, país que adoptó como segunda casa. En realidad, la escritora nació en Nueva York, Estados Unidos, el 24 de enero de 1862, pero años más tarde decidió instalarse en París donde pasó algunos años de su vida. Por esta razón, muchas de sus obras están escritas en inglés y francés.
Su posición social, económica y política que heredó de su familia contribuyó para poder escribir y sobresalir como escritora, ya que durante esa época muy pocas mujeres tenían el privilegio de nutrirse con conocimientos y expresar los suyos. Además, Wharton tenía exclusivo acceso a la vasta biblioteca de su padre, en la que pasaba la mayoría del tiempo, pues su gusto por la lectura siempre la caracterizó y a diario se cultivó con sobresalientes textos.
La escritura al estilo Edith Wharton
Wharton fue una mujer aventurera que atravesó el Océano Atlántico más de sesenta veces. Durante esos viajes descubrió historias interesantes para contar, pero también vivió sucesos sociales que la hicieron cuestionarse él porque de las cosas.
Sus escritos contienen la peculiaridad de la ironía, que se convirtió en el sello principal de la novelista. Aunque creció en la clase alta; detrás de su pluma se convirtió en una de las críticas más sobresalientes de ese grupo social. En su reconocido libro La edad de la inocencia – 1920 – demostró la capacidad de escritura irónica, para hacer visibles las miradas ignorantes de la alta sociedad en Nueva York. La calidad de narración que mostró en ese escrito la llevó a conseguir el primer premio Pulitzer otorgado a una mujer. Asimismo, el director estadounidense Martin Scorsese le hizo honor a la historia y la adaptó para mostrarla en la pantalla grande en 1993.
A pesar de mostrarse contraría al movimiento feminista, en sus relatos se planteó la lucha de la mujer, el sentido del matrimonio y la maternidad. Todos ellos basados en la corriente progresista – movimiento político del siglo XIX – del cual era partidaria. Estos ideales los dejó inscritos en libros como La recompensa de la madre – 1925, Llegan los dioses – 1932, Cuentos de hombres y fantasmas – 1910.
El legado que dejó Wharton después de su muerte
El mundo de la literatura fue elogiado con la obra de Wharton, su amor y pasión por narrar historias la llevó a ser la primera mujer con un doctorado honoris causa en Letras por la Universidad de Yale en 1923.
Asimismo, su legado no sólo se remonta a la escritura, sino que, dentro de la sociedad también tuvo una participación destacada y reconocida con la condecoración de la Cruz de la Legión de Honor, que obtuvo gracias a su labor como voluntaria en la primea línea de la Guerra Mundial – 1914 –. Ahí llevó suministros médicos y ayudó al personal médico, como resultado de su experiencia publicó un artículo titulado Fighting France: From Dunkerque to Belfort (1915) .
Todas sus experiencias fueron plasmadas en cientos de hojas blancas que se adornaron con sus anécdotas. Sin embargo, el 11 de agosto de 1937 a la edad de 75 años la pluma de Wharton dejó de escribir. Su muerte se debió a un accidente cardiovascular y ahora sus restos reposan en el campo santo de Gonards en Versalles.