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Apuntes sobre la domesticación animal

Algunos autores consideran que el primer acercamiento entre hombres y animales domésticos fue la depredación.

«Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos y no te necesito para nada. Tampoco tú tienes necesidad de mí y no soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo.»

Antoine de Saint-Exupéry, El principito (1943)

Hace más de 10 mil años, el hombre empezó a relacionarse con otras especies animales y dejó de verlas únicamente como seres que debía enfrentar para conseguir comida. Así dio inicio un acercamiento que, hasta el día de hoy, es un lazo indisoluble: la domesticación.

Foto de Alicia Jones en Unsplash.

Etimológicamente, domesticar proviene del latín domus, ‘casa’, y significa «perteneciente a la casa». De ahí que esta palabra le de nombre a uno de los sucesos que —junto con la elaboración de armas y el descubrimiento del fuego— hicieron posible el desarrollo de la civilización. Gracias a la domesticación animal el hombre pudo obtener alimento y materia prima, independientemente de las condiciones adversas de su entorno.

De la ayuda mutua

Al principio, la motivación principal de la domesticación animal fue el hambre. Los primeros Homo sapiens tenían que cazar a otras especies para conseguir alimento, o bien, competir con ellas para obtener la tan ansiada carne que los nutriría a ellos y a los miembros de su tribu. Pero, tras un largo proceso, el humano se fue dando cuenta de que podía tener muchos más beneficios de dichas especies, así que aprendió a mantenerlas cerca de su casa y crearles «un hogar».

Podemos definir, entonces, a la domesticación como un proceso mediante el cual una especie animal puede reproducirse y cubrir su ciclo de vida en condiciones creadas por el ser humano. Pero esto no basta: un requisito indispensable es que el animal debe darle algún beneficio al hombre que lo domestica.

Uno de los registros más antiguos sobre la domesticación se remonta a cerca de 12 mil años: es la tumba de una anciana hallada en Medio Oriente; al lado del esqueleto humano descansa el de un perro que, por el modo en que está acomodado bajo la mano de la mujer, pudo haber sido su mascota. Es una prueba de que desde entonces —y tal vez mucho antes— el Homo sapiens estaba aprendiendo a conocer, convivir y domesticar a otras especies.

El hombre suele establecer varios de estos tipos de interacciones, pero en el caso de la domesticación, generalmente se trata de una simbiosis por medio de la cual intercambia favores con otra especie. Hay animales domésticos muy apreciados por el hombre: por ejemplo, los perros, que son preferidos como compañeros o protectores; pero hay otras especies que se volvieron domésticas sin que el hombre lo quisiera y se han vuelto indeseables al aportar más perjuicios que beneficios a la especie humana. En esta categoría están las ratas, que se acostumbraron a vivir en las periferias y recovecos de las ciudades, alimentándose de desperdicios y volviéndose odiosas para la población.

La domesticación paso a paso

La domesticación, como decíamos líneas atrás, es la interacción entre dos especies donde ambas se benefician: el hombre obtiene materia prima, comida y compañía; el animal consigue cuidados, alimento, espacio, atención y defensa contra sus depredadores, competidores y parásitos. Asimismo, es un proceso que pasa por varias etapas. Dura cierto tiempo, el necesario para que el hombre aprenda a domesticar a los animales silvestres.

Algunos autores consideran la hipótesis de que el primer acercamiento entre hombres y animales domésticos fue la depredación; sin embargo, a otros especialistas les parece poco probable, pues el estrés que podía provocar en los animales el acecho continuo no propiciaría acercamiento alguno.

Durante miles de años, seguramente el Homo sapiens tuvo tiempo de observar las costumbres de varias especies domesticables y acercarse a ellas para que le perdieran el miedo —habituamiento—. Antes de entrar en una nueva etapa, en la que capturó a las crías —cautividad—. El proceso se completó cuando el hombre logró controlar su crianza y estos animales semidomésticos se reprodujeron en cautiverio.

Foto de Helena Lopes en Unsplash.

Un factor que favoreció la domesticación animal fue la agricultura. Gracias a esta nueva ocupación, el hombre dejó de ser nómada para convertirse en sedentario y estar al cuidado de sus tierras; esto aceleró el proceso de domesticación, ya que necesitaba a los animales como guardianes y cazadores —perros—, materia prima para alimentarse —aves, cerdos, vacas, cabras, abejas, etcétera— y apoyo en diversas labores de carga y transporte —caballos, burros y bueyes.

Si deseas saber más acerca de este tema, lee Algarabía Tópicos 5: Animales. ¿Fascinación o apego?

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