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Los Delicados y el beisbol

Para contar esta anécdota tengo que confesar tres peculiaridades de mi personalidad: soy abogado penalista, he jugado al beisbol toda mi vida y, además, fumo.

Para contar esta anécdota tengo que confesar tres peculiaridades de mi personalidad: soy abogado penalista, por lo que todos los días uso traje; he jugado al beisbol toda mi vida, últimamente suelo hacerlo los fines de semana y, además, fumo y fumo cigarros Delicados con filtro; sí, «con filtro», los más raros, porque los Delicados sin filtro son más populares y más fáciles de encontrar.
Bueno, el asunto es que
 hace unos años este tipo de
 Delicados escaseó aún más,
 porque —yo no sabía— los 
iban a dejar de hacer para
 luego relanzarlos, así que sólo 
los encontraba en lugares 
estratégicos que ya tenía bien localizados. Uno de ellos era una tiendita en la colonia del Valle, como a tres cuadras de mi casa, a la que solía ir los sábados después del juego, con uniforme y todo, para proveerme de las cajetillas necesarias para el resto de la semana. Sin embargo, en una ocasión se me terminaron antes de tiempo y fui por ellos a la misma tienda un día entre semana, así que, como siempre, pedí:
—Me da dos cajetillas de Delicados con filtro.
—No, ya no los vendemos.
—¿Cómo? Éste es uno de los pocos lugares en donde los encontraba.
—No, es que nadie los pedía, solamente un pinche beisbolista.
—¡Soy yo!
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