Los verbos afectivos son aquellos que usamos para expresar el agrado o el desagrado que sentimos por un objeto, persona, animal o cosa. Y son insustituibles en la medida que nos ayudan a externar sentimientos; sin embargo, en el uso pueden ser insuficientes en cuanto a significado, ya que resulta difícil exponer emociones de manera precisa y efectiva en nuestra lengua. Por ejemplo, para dar a entender que algo nos complace usamos verbos como:
- amar, deleitar, maravillar, encantar, fascinar, enloquecer, gustar.
En cambio, cuando queremos expresar el rechazo que sentimos por algo empleamos:
- odiar, despreciar, desdeñar, aborrecer, detestar.
En este tipo de verbos se distingue un matiz que permite diferenciarlos: la intensidad que sentimos por lo que amamos u odiamos.
Por ejemplo, el verbo fascinar tiene una carga mucho más afectiva que el verbo gustar.
Lo mismo ocurre con los verbos de carga negativa odiar, despreciar, aborrecer, detestar. Odiar expresa un rechazo mucho más intenso que aborrecer.
Por ejemplo: «te odio» es aún más fuerte que «te aborrezco».
Lo anterior nos invita a reflexionar sobre nuestra lengua. Por lo que, de ahora en adelante, interpretemos lo que los verbos nos dicen, ya que cada uno expresa una intención e intensidad distinta que debemos tener en cuenta al usarlos y escucharlos.
A continuación, proponemos una especie de termómetro para medir la intensidad de cada verbo afectivo con carga positiva y negativa.