En 1899, mientras trabajaba en su laboratorio de Colorado Springs, Nikola Tesla descubrió unas señales rítmicas con ayuda de su transmisor de aumento. Aunque había detectado el ruido cósmico por primera vez, Tesla pensó que era una forma de vida inteligente de otro mundo tratando de comunicarse con la Tierra. Al año siguiente, la Cruz Roja le pidió que dijera cuál sería el mayor logro que podría tener la humanidad en el siglo que comenzaba. La siguiente carta fue su respuesta.
A la Cruz Roja estadounidense, Nueva York
Nikola Tesla
El pasado es glorioso y el futuro inspirador: podría decirse mucho sobre ambos. Pero una idea domina mi mente. Esta idea, la mejor, la más querida es para una noble causa.
He observado cierta actividad eléctrica [proveniente del espacio] que parece inexplicable. A pesar de que era incierta y débil, tuve la profunda convicción y presciencia de que los seres humanos posarán su mirada en el firmamento, con sentimientos de amor y reverencia, fascinados con las buenas nuevas: «¡Hermanos! Tenemos un mensaje de otro mundo, desconocido y remoto. Dice: uno… dos… tres…»
Navidad de 1900
Han pasado mas de 100 años, seguimos mirando al firmamento con amor, pero aún no recibimos la tan anhelada respuesta proveniente de otro planeta.
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