Pues sí, queridos, la ex Nueva España anda de fiesta porque ya es independiente de la Madre Patria. Hace unos cuantos días —el 27 de septiembre, para ser exactos— el Ejército Trigarante entró en la ciudad. El jefazo de este ejército es el apuesto y arrogante general Agustín de Iturbide, y le puso así por aquello de las tres garantías que defienden: la independencia, la unión y la religión —católica, apostólica y romana.
México Independiente, octubre de 1821
Pero no me voy a poner a profundizar en esto de las garantías porque el chisme que tengo supera todas mis expectativas. Hizo el Ejército Trigarante una entrada triunfal en la Capital. Al frente iba, por supuesto, Iturbide, a caballo, en sus mejores galas y seguido de sus tropas. Los contingentes ya tenían trazada su ruta, pero no contaban con Su Majestad El Amor. Sí, pequeñuelos, que el pícaro general anda enamoriscado de una de las mujeres más bellas y traviesas de la ciudad: María Ignacia « la Güera» Rodríguez.
Al parecer estos dos ya llevan años de una relación más que amistosa, o como diría don Artemio de Valle Arizpe, tienen sus «alegres veleidades». El caso es que el Ejército Trigarante iba a entrar por la calle de San Cosme, pasar a un lado de la Alameda y seguir por Tacuba hasta llegar a la Plaza Central de la ciudad. Empero, el Primer Jefe del Ejército ordenó que las numerosas tropas se desviaran dos cuadras a la izquierda, hacia la calle de San Francisco, pues ahí derecho, en la Profesa, vive su amada «Güera».
Y lo que sucedió frente a esa casa… ¡ay, qué sofoco! El triunfal contingente se detuvo ante la casa de Nacha, quien se encontraba toda emocionada en el balcón. Iturbide —quien, por cierto, está casado desde hace más de quince años con doña Ana María Huarte— desprendió una pluma de su sombrero tricolor —dicen que era regalo de la mismísima «Güera»— y lleno de devoción se la envió con un asistente a la dama, quien la recibió ruborosa y, por supuesto, lujosamente vestida y enjoyada para la ocasión.
Y es que la «Güera», entre apapachos, ayudó a Iturbide a consumar la Independencia de México. Esta señora, dos veces viuda, acusada de conspiradora y que presume haber tenido amores con Simón Bolívar y amistad con el cura Hidalgo, además de bella, es astuta e inteligente. Mejor no digo más, porque muy pronto Iturbide será el hombre más poderoso de México —si no lo es ya— y quién sabe qué pueda pasar si me pongo a contar más chismes de su queridísima «Güera». Au revoir!