Tailandia, cuyo nombre significa «País de gente libre», es conocido por su espléndido clima tropical y sus playas paradisíacas, pero, sobre todo, por su abierto turismo sexual.
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Entre luces de neón y niebla, son frecuentes la prácticas de explotación sexual, prostitución infantil y pornografía —«legalmente», la edad mínima para ejercer es a partir de los 15 años—, y los turistas se congregan para descubrir sus llamados «barrios rojos» —los principales, Soi Cowboy, Nana Plaza y Patpong—. Entre otros servicios, los baños de algunos clubes de Bangkok incluyen masajes con «final feliz» y promueven actividades como los «ping-pong shows» —en los que mujeres desnudas disparan las pelotitas, sin hacer uso de raquetas—, además del show de los «lady-boys»: travestis de cabaret que al final se retiran con los clientes.