Tlazoltéotl: diosa de la tierra, señora del sexo, de la carnalidad y en ocasiones de la fertilidad, ella inspiraba deseos viciosos, traía el sufrimiento con enfermedades venéreas, inspiraba las desviaciones sexuales y tenía la capacidad de absolverlas. Ella era la regente de la fertilidad, señora purificadora que daba salud o cruel que podía llevarte a la locura. Era conocida como «La comedora de suciedad» y se creía que visitaba a la gente cuando estaba por morir.
Tlazolteotl: Diosa de la inmundicia
Su nombre proviene del náhuatl «Tlazoltéotl» deidad de la inmundicia, «tla», prefijo, «zolli» inmundicia y «téotl» divino. El culto a esta divinidad representaba cuatro formas asociadas a diferentes etapas d ella vida.
En su primera forma, que corresponde a la diosa en su juventud, Tlazoltéotl era una despreocupada y tentadora mujer. Al ir madurando, adoptaba su segundo aspecto como diosa del azar y la incertidumbre. Siendo ya una mujer madura, se convertía en la diosa que tenía el poder de absorber los actos malintencionados de los seres humanos. Por último, en su vejez, podía capturar a los muchachos jóvenes —fue conocida por inspirar comportamientos inmorales en hombres y mujeres, llevándoles a participar en actos sexuales ilícitos.
Su Mito
Se dice que un hombre llamado Jappán quería llegar convertirse en el favorito de los dioses, abandono a su familia y todos sus bienes, comenzó su vida de ermitaño en un desierto, una vez ahí, permaneció día y noche entregado a la devoción.
Los dioses quisieron poner a prueba su virtud y ordenaron a Yaotl que lo tentara y lo castigara si se rendía, Yaotl le ofreció las criaturas más hermosas para hacerlo bajar de la alta roca donde se había instalado, pero todo fue en vano.
La diosa Tlazoltéotl, interesada en aquel juego, se presentó ante el hombre, que al ver su hermosura quedo turbado, y le dijo: Hermano Jappán, maravillada de tu virtud y conmovida por tus sufrimientos, quiero reconfortarte, ¿Cómo puedo llegar hasta ti para hablarte más cómodamente?
Sin darse cuenta, el ermitaño cayó en la trampa y la ayudó a subir. Al hacerlo, la virtud de Jappán cayó y enseguida llego Yaotl quien le corto la cabeza.
Los dioses lo transformaron en escorpión y avergonzado se escondió bajo la piedra. Luego Yaotl fue a buscar a la mujer de Jappán y la llevo junto a la piedra donde estaba escondido su marido, le contó lo que había pasado y también le corto la cabeza.
Uniéndose a su marido bajo la roca, dieron nacimiento a los escorpiones de diferentes colores. Pero en esta historia nadie gana, los dioses consideraron que Yaotl se había excedido en su misión y lo transformaron en saltamontes.