Se suicida Cleopatra

Cleopatra, reina de Egipto, adorada por su pueblo y repudiada por la nobleza romana, se suicidó tras la derrota de sus tropas en la batalla de Accio.
De acuerdo con Plutarco, la faraona supo de la muerte de su esposo Marco Antonio y planeó la propia: envió una carta a Octavio —luego de que no pudo negociar con él— pidiéndole que la enterraran junto a Marco Antonio, luego se encerró en el mausoleo portando el maquillaje fúnebre e hizo que una criada le llevara, escondida en una canasta de higos, una serpiente venenosa para que la mordiera.

A pesar de este romántico final, la reina del Nilo no fue toda dulzura. Para ascender al trono se casó con dos de sus hermanos, derrocó a uno y envenenó al segundo, asesinó a su hermana y sedujo a hombres poderosos para afianzar su autoridad. Primero ganó el favor de Julio César, a quien se presentó envuelta en una hermosa alfombra y lo hizo padre del «heredero» Cesarión, y permaneció fiel al emperador romano hasta que lo asesinaron.
La «Reina de reyes» no tardó en acomodarse entre los brazos del general Marco Antonio, quien ya tenía esposa romana. Se dice que a Marco Antonio sí lo amó, que los tres hijos que tuvo con él sí fueron reconocidos y que su matrimonio fue genuino y feliz. Pero eso sólo lo sabrá la «hija de Isis». ¡Que Ra la tenga en su santa gloria!