El Wanderlust, esa urgencia de ver lugares, de ir lejos, de conocer, es decir, de viajar, en sentido estricto, pero siempre puede expandirse y extenderse al Sapienslust, esa lujuria o deseo por saber, esa curiosidad malsana o «biensana» que tenemos muchos, por conocer. Decía Silvio Rodríguez: «yo vivo de preguntar, saber no puede ser lujo» y Sor Juana, la grande, se preguntaba:
¿En perseguirme, mundo, qué interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento
y no mi entendimiento en las bellezas?
Yo no estimo tesoros ni riquezas,
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi entendimiento
que no mi entendimiento en las riquezas.
Y es que todos los que leemos, escribimos, hacemos y colaboramos en Algarabía somos un poco o un mucho así; somos preguntones, curiosos, estudiosos, contestones y medionerds, damos clase en lugar de plática, pero también somos dicharacheros, campechanos, bon vivants, gourmets de banqueta o de banquete, sabedores de sabores y saberes, entusiastas de la vida, libidinosos de todo lo que hay y puede haber en el mundo, en el planeta y en el Universo entero.
Así semos, así somos, ¿qué no? Y por eso siempre estamos buscando nuevas formas de desprender información, de divulgar lo que se sabe o lo que se intuye, de divulgarlo bien y bonito y a todo dar, con palabrejas, ideas, dibujitos, ilustraciones y ahora con videos, cápsulas, «taquitos de lengua», infografías, podcasts y «cositas que se mueven», ¡que tanto gustan!.
En el principio fue la palabra, luego el lenguaje escrito, hoy el contenido audiovisual, mañana ¿quién podrá saberlo? De cualquier modo, Algarabía está y estará por siempre como uno de los divertimentos más apreciables, entretenidos y enriquecedores «de esta vida loca, loca, loca, con su loca realidad».
Espere lo mejor, querido lector.
María del Pilar Montes de Oca Sicilia
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