Se usó mucho durante la Edad Media, aunque su origen etimológico se remonta a varios siglos atrás, en el latín sagĭtta —la misma raíz de sagitario, que significa ‘arquero’—. Sin embargo, pese a que la palabra permanece en nuestros diccionarios, pocos la usamos y preferimos llamarla simplemente «flecha» —del francés flèche.
Pues sí, una saeta es una flecha, un arma arrojadiza que se impulsa con un arco o una ballesta. Claro que según el Diccionario de la Lengua Española —DLE—, puede ser también la aguja de un reloj o la flecha que se vuelve hacia el polo magnético en una brújula, y si exploramos en nuestro dem, nos reportará que también puede tratarse de un «género del cante jondo andaluz, de carácter religioso, generalmente improvisado y sin acompañamiento, que se canta durante las procesiones de Semana Santa» y por ejemplo, lea este verso del gran Antonio Machado:
¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
En la antigüedad, debido a su parecido con un rayo de sol, la saeta simbolizaba el pensamiento y el conocimiento, por lo cual era considerada un atributo divino, de ahí que los dioses Artemisa y Apolo fueran arqueros, así como Eros, el dios que flecha para despertar el amor. Un haz de flechas es, asimismo, símbolo de fuerza y unión, así como la visión de un arma de la naturaleza en la poesía de García Lorca:
¡Sevilla para herir!
Bajo el arco del cielo,
sobre su llano limpio,
dispara la constante
saeta de su río.
Asimismo, un arma ensangrentada es la saeta en varias partes de la Biblia, instrumento de castigo para los enemigos de Dios, que —tan sólo por poner un ejemplo— se comunica por medio de Moisés en el libro del Deuteronomio:
«Embriagaré de sangre mis saetas, y mi espada se hartará de carne: sangre de muertos y cautivos, cabezas de caudillos enemigos.»
A final de cuentas, hasta nuestros tiempos, la flecha se asocia a la idea de rapidez y velocidad. Cuando creímos que la palabra saeta quedaría enterrada en el cementerio del olvido, los traductores de las novelas de Harry Potter la resucitaron en el modelo de una escoba voladora: «Saeta de fuego». Y en esta redacción, Pilar le llama así a las memorias flash de puerto USB.