Hay algo de melancólico en el humor, una cierta mirada de perro triste y desengañado, porque mirar la realidad tal cruda es, amerita algo de valor… Y un tanto de cinismo. El stand-up comedy —literalmente, ‘comedia de pie’— es un género cuyo rasgo esencial es el de ser ejecutado por una persona, con limitados recursos adicionales, ante un público cualquiera a quienes presenta un monólogo.
La rutina que se realiza puede caracterizarse por un humor sardónico, irónico, sarcástico, negro y de burla a quien la ejecuta, aunque no es excluyente de otras expresiones del humor, como el blanco o familiar. No obstante, el stand-upsuele asociarse mayoritariamente a una particular visión del mundo, marcada por el pesimismo y el desengaño. El standupero puede echar mano de su propia realidad, o del contexto social que le ha tocado vivir; la mayor parte del tiempo es crítico y ácido en sus comentarios.
Stand-up histórico
Como muchas otras expresiones del arte dramático y de la comedia actuales, su origen se remonta al circo o al vodevil del siglo XIX. Los standuperos de entonces solían abrir el show de variedades o eran programados en el intermedio; eran, ya se ve, apenas un recurso de distracción para los «platillos fuertes» que eran servidos durante el espectáculo. De hecho, ser «cuentachistes» apenas significaba poco más que un escalón —y no uno precisamente alto— en la carrera de todo actor.
Sin embargo, a despecho del desprecio con que era visto este antecedente del stand-up, la calidad de estos cómicos podía llegar a ser muy superior. Entre aquellos debe contarse, siempre con un timbre de orgullo, la adscripción de un influyente y gran literato: Mark Twain.
En efecto, el creador de obras capitales de la literatura estadounidense, como Las aventuras de Huckleberry Finn o Tom Sawyer, fue un connotado standupero:
En su tiempo, Mark Twain fue más conocido como standupero que como autor. Entre 1867 y 1909, apareció ante audiencias de cientos de personas en recepciones, banquetes, pequeños pueblos de los EE.UU. y grandes ciudades, como Londres. Sus presentaciones en vivo no sólo jugaron un papel importante para la percepción del mundo sobre él, pues representarse a sí mismo fue una de las preocupaciones centrales en su trabajo escrito, especialmente en la ficción.
Muchos años después, en la década de los cincuenta, el stand-up comenzó a configurarse bajo la égida de nombres como Lenny Bruces, Bob Hope, Don Rickles o Dean Martin. Más tarde, en los setenta y gracias a la influencia de algunas importantes cadenas de entretenimiento, como HBO, el stand-up recibió un impulso decisivo; de entonces provienen nombres ahora bien conocidos, como Steve Martin, Bill Cosby o George Carlin. Decisiva fue también la aparición de Saturday Night Live en la misma década, a través de la NBC, uno de los programas de comedia más importante de los EE.UU., que retomó la estética de los clubes nocturnos, donde el stand-up se hizo muy popular durante la segunda mitad del siglo XX. Para los noventa, la aparición de la serie Seinfeld,a cargo de los cómicos Larry David y Jerry Seinfeld, significó otro gran impulso a la cultura del stand-up.
¿Quién lo diría?, la escuela de Mark Twain, no sólo tendría herederos en la literatura; el escenario y la comedia son vehículos igualmente poderosos.