En los años 1200 a.C en Anatolia, ubicada en Asia Menor –lo que actualmente se conoce como Turquía– existió una región llamada Frigia, allí nació una leyenda que pasó de generación en generación debido a una enseñanza que permanece viegente.
Durante esos años, los habitantes de Frigia necesitaban elegir a un rey, ya que su soberano había muerto sin dejar ninguna descendencia, así que la población se vio obligada a consultar al oráculo del templo –la suprema voluntad de los dioses– para obtener una respuesta acertada de una deidad. La respuesta que recibieron fue que el nuevo gobernante sería quien entrara por la Puerta del Este, pero la condición es que debía estar acompañado de un cuervo sobre su carro.
La intriga permaneció hasta que llegó el único ciudadano que cumplió con todas las condiciones: Gordias, un labrador quien tenía como única riqueza su carreta y sus bueyes.
Al ser coronado como el nuevo rey de Frigia decidió fundar la ciudad de Gordión –en honor a su hombre– y como agradecimiento ofreció su carreta al dios Zeus, el padre de los dioses y hombres. Tanto la carreta como el yugo de los bueyes fueron atados a una de las columnas del templo con una cuerda, cuyos cabos se escondían en el interior.
Días más tarde del suceso, el oráculo mencionó que quien lograra desatar el nudo de la carreta se convertiría en el dueño de toda Asia. Al recibir dicha noticia, los habitantes se dedicaron a descifrar la manera para desatarlo, nadie pudo con el acertijo y la noticia se corrió por todas las comunidades aledañas.
Alejandro Magno y el nudo gordiano
Cientos de personas vivieron para tratar de encontrar la solución al nudo gordiano, pero tuvieron que pasar aproximadamente cuatro siglos para que pudiera deshacerse. La difícil tarea se solucionó en unos cuantos minutos por el conquistador, Alejandro Mago.
Alejandro Magno, se caracterizó por esparcir la cultura, lenguaje y pensamientos griegos, pero también por conquistar tierras para expandir su territorio. En la guerra de expansión hacia el Oriente, tuvo que hacer una parada obligada por Gordión. En su estancia, los sacerdotes del templo le contaron la leyenda del nudo que aquejaba a toda la comunidad y lo desafiaron a resolver el problema.
En sus primeros intentos, Alejandro Magno fracasó, luego sacó su espada y sin pensar en lo que podría suceder: cortó de tajo el nudo con la emblemática frase «Tanto monta cortarlo que desatarlo» –Es lo mismo cortarlo que desatarlo– en cuestión de segundos el nudo se desató y contento por su cometido, Alejandro espero que la profecía del oráculo se hiciera realidad para dominar toda Asia.
Nadie sabía si la palabra del oráculo se iba a cumplir por la manera en la que Alejandro se deshizo del nudo. Después del desafío, ganó importantes batallas, conquistó el oriente y su imperio se extendió desde Gracia y Egipto hasta el rio Indo.
Hasta la fecha, su frase posterior a que cortara el nudo gordiano es emblemática, se convirtió en un símbolo y se encuentra en los escudos de algunas ciudades y municipios alusivos a los monarcas, en ellos se aprecian algunas espadas y también hacen alusión a los yugos.
La metáfora inscrita en el nudo gordiano
Hay diversas teorías sobre lo que en realidad significó la hazaña de Alejandro Magno, algunas lo asocian a la vida en común; la cual tiene nudos difíciles de desatar, que se convierten en problemas sin salida, pero siempre hay una solución para deshacerse de ellos y esa es cortarlos de tajo, sin complicar o dar más vueltas a la situación.
Por Guadalupe Arredondo