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¿Por qué los listos se pasan de estúpidos?

En muchas ocasiones hemos observados a personas que consideramos inteligentes (nosotros mismos) comenten tonterías, ¿por qué ocurre esto?

A está mirando a B, y B está mirando a C. A es una persona casada, y C es una persona soltera. En ese escenario, ¿hay una persona casada mirando a una persona soltera? Tiene usted tres opciones para responder: a) Sí, b) No y c) Es imposible determinarlo.
Más de 80% de las personas no responden de forma correcta a esta pregunta. Y si usted cree que la solución al problema es imposible de determinar, es uno más de la estadística.1 Pertenecen a ella también todos los miembros de esta revista que intentaron resolver este problema planteado por Kurt Kleiner en «Why people are irrational», en Magazine.com. Porque no importa que B sea una persona casada o soltera, piense en todas las posibilidades: si fuera casada, está mirando a C —que 
es soltera—; y si B fuera soltera, A —casada— la está mirando. En cualquier caso, la respuesta correcta es SÍ.
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Y es aquí cuando descubrimos que el problema en realidad es otro: ¿por qué no nos detuvimos a analizar la situación en su totalidad antes de proponer una respuesta a un problema tan sencillo?

¡¿Cómo pudimos ser tan tontos?!

La respuesta es precisamente ésa: es un problema muy sencillo. Parece que todo es absolutamente claro,
 que tenemos el control total de la situación como por default, pero resulta que no. Nos sorprende de nosotros y de los demás descubrir que, aunque inteligentes en la teoría, en la práctica cometemos errores incluso durante la resolución de problemas cotidianos.
Exceso de confianza, estrés y pereza mental son algunos de los factores que se asoman como causas en estas situaciones. Y es que, si bien es cierto que existen pruebas para medir la inteligencia, también lo es que no hay una escala que ayude a determinar la capacidad de aplicación de dicho potencial. La realidad es que los libros pueden ayudarnos a tener más conocimientos, pero al aplicarlos, la inteligencia lo complica todo.

La inteligencia no basta: el pensamiento racional requiere de habilidades mentales que no todos los individuos poseen.

Desde principios del siglo pasado, expertos en psicología han discutido sobre las formas en las que se mide y clasifica la inteligencia humana. En 1904, Charles Spearman (1863-1945) realizó una de las aportaciones más relevantes para esta disciplina: estableció que, para el estudio de la inteligencia,
 es indispensable contemplar que existen aptitudes particulares que varían entre cada persona y cada tipo de habilidad mental.
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Con el tiempo, otros científicos han desarrollado nuevas teorías que proponen análisis enfocados de manera mucho más específica en estas últimas variaciones, pues han sido las responsables de las abismales diferencias entre los resultados de los tests tradicionales de inteligencia y las —a veces tan torpes— formas
 de resolución de problemas en la vida real.
Si quieres conocer más sobre el tema de la inteligencia humana, consulta Algarabía 116.

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