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Pilar Quintana: ganadora del Premio Alfaguara 2021

La escritora colombiana Pilar Quintana obtuvo este jueves el Premio Alfaguara 2021 por su texto Los abismos.

La escritora colombiana Pilar Quintana obtuvo este jueves el Premio Alfaguara 2021 por su texto Los abismos.

Bajo el seudónimo de Claudia de Colombia, la autora se convirtió en la cuarta persona en su país en recibir el galardón; Laura Restrepo (con Delirio), Juan Gabriel Vásquez (El ruido de las cosas al caer) y Jorge Franco (con El mundo de afuera) son otros de sus ‘paisanos’ que tienen este reconocimiento.

¿Quieres acercarte a su obra? Aquí te mostramos sus textos, para ir ‘calentando motores’ mientras se publica la novela premiada por la casa editorial. Llegará a las librerías el 25 de marzo.

Foto de recursosculturales.com

Cosquillas en la lengua (2003)

La primera novela de la oriunda de Cali habla sobre una idea que probablemente, a todas y todos nos ha pasado alguna vez por la cabeza: dejarlo todo.

No importa si es el trabajo, la familia, la pareja o donde se viva; una o uno quiere cambiar de vida.

El texto fue lanzado por Editorial Planeta.

Coleccionistas de polvos raros (2007)

Colombia ha sido una nación, como México, permeada por el narcotráfico.

Quintana, quien durante años fue publicista, habla sobre la historia de amor de La Flaca y El Mono, quienes estarán involucrados en drogas y un sinfín de ‘baches’ causados en el declive social.

Por esta novela, que fue editada por Norma, obtuvo en 2010 el premio La Mar de Letras, otorgado por el festival La Mar de Músicas de Cartagena, España.

Conspiración iguana (2009)

La escritora indaga, según un artículo de la Radio Nacional de Colombia, en la “construcción de un universo no realista: un inmenso complejo habitacional para ‘yupis’ que tiene todo lo que se necesita para vivir, incluso una frondosa selva en la azotea del edificio”.

Todo ello va de la mano del gurú Julio Armando Valdetierra, quien crea ese inmueble de ensueño, y de Lucía Abondano, quien no está conforme con las reglas del sitio y descubre lo que esconde el último piso de la construcción.

¿Qué pasa después? Eso deberás descubrirlo. Lo encuentras en Editorial Norma.

La perra (2017)

Quintana aborda la relación de Damaris, quien adopta a una perra llamada Chirli, el nombre que había elegido en caso de tener una hija.

Al hacerlo, cambia su vida y no solo por tener una nueva integrante en la familia, sino porque su destino dará un giro inesperado.

Con esta pieza editada por Random House, la escritora ganó el IV Premio Biblioteca de Narrativa Colombiana en 2018.

Cuentos

La galardonada con el Alfaguara 2021 tiene, además de sus novelas, diversos cuentos, que han sido publicados en SoHo Etiqueta negra.

Varios de ellos están compilados en Caperucita se come al lobo (Cuneta, 2012).

Foto tomada de RF Studio para Pexels.

Aún hay más…

Tras dar a conocer el fallo, Alfaguara publicó un fragmento de Los abismos. Aquí te lo dejamos:

“En nuestro apartamento había tantas plantas que lo llamábamos la selva.

El edificio parecía salido de una vieja película futurista. Formas planas, volados, mucho gris, grandes espacios abiertos, ventanales. Nuestro apartamento era dúplex y el ventanal de la sala se alzaba desde el suelo hasta el cielo raso, que allí era del alto de las dos plantas. Abajo tenía piso de granito negro con vetas blancas. Arriba, de granito blanco con vetas negras. La escalera era de tubos de acero negro y gradas de tablas pulidas. Una escalera desnuda, llena de huecos. Arriba el corredor era abierto, como un balcón a la sala, con barandas de tubos iguales a los de la escalera.

Desde allí se contemplaba la selva, abajo, esparcida por todas partes.

Había plantas en el suelo, en las mesas, encima del equipo de sonido y el bifé, entre los muebles, en plataformas de hierro forjado y materas de barro, colgadas de las paredes y el techo, en las primeras gradas y en los sitios que no se alcanzaban a ver desde el segundo piso: la cocina, el patio de ropas y el baño de las visitas. Había de todos los tipos. De sol, de sombra y de agua.

Unas pocas, los anturios rojos y las garzas blancas, tenían flores. Las demás eran verdes. Helechos lisos y rizados, matas con hojas rayadas, manchadas, coloridas, palmeras, arbustos, árboles enormes que se daban bien en materas y delicadas hierbas que me cabían en la mano.

A veces, al caminar por el apartamento, me daba la impresión de que las plantas se estiraban para tocarme con sus hojas como dedos y que a las más grandes, en un bosque detrás del sofá de tres puestos, les gustaba envolver a las personas que allí se sentaban o asustarlas con un roce”.

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