Dicen que el ser humano es bueno para trasladar significados cuando se trata de emociones… veamos qué tan cierto es:
—Oyes, Ange, ¿por qué no mandas al Isra por la ropa?
—Dice que tiene mucha tarea y p’s no le da tiempo.
—Oila, como siemprede creidota en lo que dice el Isra.
—P’s, claro. Si el Isra ya prometió cambiar.
—Oi, oi nomás lo que dices… En fin, allá tú.
—¿Qué? Oite tú, si no confiamos en el Isra, ¿en quién más?
De acuerdo con el diccionario, oír es percibir con el oído los sonidos; sin embargo, no hay nada como verlo inserto en expresiones coloquiales como las de arriba y saber que el habla puede convertir un verbo en un apelativo, que es el caso de oyes, o bien, en un verbo incluyente o imperativo, como en oi y oilo.
Oi y oilo equivalen a oye y óyelo, mientras que oyes solamente debe ser oye, sin la s.
Podemos decir que estos términos hacen patente el habla coloquial. En el caso de oyes, nada como la s para demostrarlo, ya que es la marca de coloquialidad por excelencia. Y en cuanto a oi y oilo sólo se oyen en el habla popular.
Por otro lado, está el verbo escuchar, que no significa «percibir sonidos con el oído» —como oír—, sino «prestar atención a lo que se oye, dar oídos, atender a lo que el otro expresa». O sea que debe decirse «no te oigo» si no tenemos una buena recepción en el teléfono celular, en lugar de «no te escucho», que significaría «no te pongo atención».
Así que la próxima vez que oiga que le dicen: oyes, oi, oilo o escucha, preste atención y recuerde que no sólo debe prestar su oído, sino todo su entendimiento.
Reina Pellicer es una psicóloga fascinada con —y especializada en— el análisis del discurso, pues sabe de cierto que nuestras palabras siempre expresan más de lo que dicen. Y cuando no está analizando los decires propios y del otro —tanto verbales como textuales—, seguro está disfrutando una copa de vino mientras hace suyo un buen libro.
