Si usted es de los que se confunde al nombrar a los seres fantásticos más compactos, con esta breve guía sabrá quién es quién.
Dvergars
«Enanos nórdicos». Tienen un papel trascendente en la mitología nórdica y comúnmente se asocian con tecnologías primitivas como la metalurgia y la minería, con las piedras preciosas, la suerte y, desde luego, la magia.
Enanos
Normalmente son descritos como hombrecillos que miden entre 90 y 120 centímetros, con una cabeza muy grande y barba. Son de origen germánico, así que comparten algunas características con los dvergars: tienen dotes mágicas como el don de la profecía, practican la metalurgia y son mineros competentes.
Elfos
Normalmente son retratados como hombres semidivinos de aspecto juvenil y atlético, y las elfas, como mujeres de gran belleza, capaces de llevar a la locura a cualquier mortal —porque ellos son inmortales— que logre verlas. Las crónicas dicen que los elfos tienen el tamaño de un humano común o, bien, que son como personas en miniatura.
Como los elfos de la adaptación del El señor de los anillos, que lucen de tamaño similar a un humano promedio.
Boggarts, brownies y bogies
Variantes de dwarves domésticos. Los boggarts se parecen a los gnomos, andan andrajosos y sucios, son peludos, torpes con las manos y pies, maliciosos y sumamente traviesos. Los brownies son una de las pocas especies que ha fraternizado con los humanos, a quienes ayudan en sus tareas. Los bogies son pequeños y tranquilos espíritus del bosque, tienen el aspecto de una gran pelusa de polvo, son inofensivos y les gusta vivir en la oscuridad.
Goblins
Son criaturas grotescas, astutas, depravadas o, de plano, malvadas. Viven en grietas o cuevas. Según la leyenda, provienen de tierras francesas y resultan tan desagradables que ninguna de las otras razas y especies mencionadas sostiene buena relación con ellos. Son francamente horripilantes, capaces de agriar la leche con su sonrisa, causar mala suerte y generar pesadillas que insertan a través de los oídos de los durmientes.
Los goblins del Banco de Gringotts no son taaaan malos, aunque sí feos:
Gremlins y pixies
Los primeros son parientes de los goblins y los gnomos y, hace mucho tiempo, eran formidables colaboradores de los humanos, ya que ayudaban a ingenieros e inventores a diseñar mecanismos y procesos para que las herramientas funcionaran mejor y más rápido. Sin embargo, la codicia y otros defectos humanos hicieron que la relación se fracturara.
Pixies
Los pixies, por su parte, son diminutos, pero pueden crecer o empequeñecer a voluntad. Tienen el pelo rojo, los ojos verdes y bizcos, son inofensivos y les gusta bailar a medianoche en las chimeneas.
Aunque poco tienen que ver con esta imagen, aquí un tributo a los gremlins:
Gnomos
Tienen la apariencia de un humano adulto del lugar donde viven, pero su altura no rebasa los 30 centímetros. Usan barbas y unas caperuzas puntiagudas y coloridas. Tienen la habilidad de estudiar el presente y el pasado para vislumbrar el futuro. Son amables, benévolos, serviciales, les gusta cooperar con todas las criaturas y objetos, son vegetarianos y pioneros de muchas artes y oficios.
Leprechauns
Habitan las montañas y los bosques de Irlanda y se dice que son muy ricos, porque acostumbran acumular monedas de oro en escondites que sólo ellos conocen, pero que pueden revelar si uno es capaz de atraparlos —lo cual, dado su gran ingenio, es prácticamente imposible.
Chaneques y aluxes
Estas criaturas «chocarreras» serían, por decirlo de algún modo, la «tropicalización» de las figuras de los enanos, duendes y gnomos europeos, sólo que oriundos de estas latitudes. Los chaneques son originarios del estado de Veracruz, mientras que los aluxes habitan en la península de Yucatán. Ambos son culpables de hacer desaparecer y reaparecer las cosas.
La leyenda de los aluxes
Si sabes más acerca de estos canallas —has visto uno, posees uno o… ¡eres uno de ellos!—, seremos pródigos al recompensar tus informes.
Texto adaptado de «De enanos, duendes y gnomos», de Chicos malos: villanos, monstruos y almas perdidas (col. Algarabía); Editorial Lectorum y Editorial Otras Inquisiciones: México, 2010; pp.105-111.