El razonamiento en que se funda
este punto de vista es que la sexualidad humana, al basarse en una postura frontal, personalizada, conduce de manera natural a la formación de fuertes vínculos entre el hombre
y la mujer. Tales vínculos de pareja ofrecen la mejor garantía de que las crías humanas van a recibir alimento y educación durante su largo período de dependencia.
¿Cómo era nuestro sistema apareatorio y nuestra organización familiar cuando éramos homínidos?
Realmente no se dispone de una sola prueba fehaciente en lo que respecta a todo el periodo, de cuatro a cinco millones de años, que nos separa de los primeros afarensis1 Un homínido que vivió hace tres o cuatro millones de años en el noroeste de África.. Pero gozan de popularidad las teorías propuestas por quienes insisten en que los primeros humanos fueron monógamos y vivían en tropas o bandas integradas por familias nucleares, compuestas a su vez de una pareja y sus crías.
No siempre hubo parejas
Las pautas de apareamiento contemporáneas, ¿no muestran acaso que las modalidades alternativas de relación sexual y organización familiar se adaptan perfectamente bien a la tarea de satisfacer las necesidades sexuales humanas y criar a los niños? La poliginia2 Hombre que tiene varias esposas al mismo tiempo. se persigue como ideal en más sociedades que la monogamia y se da tanto en sociedades cazadoras-recolectoras como en sociedades de nivel estatal.
Además, como resultado de la elevada incidencia de los divorcios, de la costumbre de mantener queridas y concubinas, y de los «líos» extramaritales, la mayor parte de las sociedades ideológicamente monógamas son conductualmente polígamas. Y las prácticas sexuales que acompañan a este tipo de familia corresponden a menudo a las de una especie de poliandria3 Estado de la mujer casada con varios hombres simultáneamente..
Seamos realistas: una de las formas de familia que
más rápidamente se está extendiendo por el mundo
es la familia monoparental encabezada por una mujer.
Considero mucho más probable que los machos, hembras y crías de bases-hogares primigenias, recorrían juntos el territorio formando una tropa y que las hembras no lactantes intervinieran activamente en las tareas de ahuyentar a los carroñeros, combatir a los depredadores y perseguir a las presas.
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Esto no quiere decir que nuestros antepasados presapiens4 Individuo antecesor del homosapiens —cuya antigüedad se remonta a hace 600 000 años—, se caracteriza por no poseer una anatomía moderna. no establecieran nunca relaciones monógamas de pareja. La cuestión es sencillamente que no tenían más probabilidades de aparearse y criar hijos en un único sistema, no más que los humanos de hoy en día.
Los altos índices de divorcio, el declive de las tasas de fecundidad y el aumento en el número de personas que viven solas se explica por la selección cultural, no por predisposiciones genéticas
Sabemos que los sistemas de apareamiento y crianza contemporáneos experimentan adaptaciones constantes dependiendo de los niveles de dominio tecnológico, de la densidad demográfica, de la participación de hombres y mujeres en la producción, y de las condiciones medioambientales locales.
Poliginia y poliandria
La poliginia predomina allí donde la tierra es abundante y se da escasez de mano de obra, de manera que
los varones pueden obtener beneficios al agregar nuevas esposas e hijos a sus unidades domésticas.
En el extremo opuesto, la poliandria representa una adaptación a una escasez extrema de recursos. Se da en el Tíbet, donde las tierras laborables son tan escasas que dos o tres hermanos están dispuestos a compartir una esposa con objeto de limitar el número de herederos
a las tierras que poseen en común.
Otros muchos factores pueden influir en cada caso concreto. Las organizaciones políticas y eclesiásticas, insertas a su vez en condiciones particulares, pueden prohibir o imponer éste o aquel sistema de relación sexual.
La monogamia parece prevalecer en niveles intermedios de presión demográfica y escasez de tierra.
En resumidas cuentas, cada una de estas «variaciones» es tan natural como las demás, ya que representa una pauta de relación sexual socialmente construida e impuesta por las condiciones sociales y naturales predominantes, no por instrucciones genéticas específicas.
Ciertamente, es propio de la naturaleza humana poseer un apetito y una pulsión sexuales sumamente desarrollados, y es ciertamente propio de la naturaleza humana ser capaz de encontrar diversas formas de satisfacer estas necesidades y apetitos específicos de la especie.
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Tipos de familia, sistemas de apareamiento, y las razones por las que la mujer estuvo sojuzgada tantos años, todo eso podrás conocer leyendo el artículo completo en Algarabía 138.
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