La popularización de esa falacia se debió al libro que en 1997 publicó el compositor Don Campbell, El efecto Mozart: el poder de la música para sanar el cuerpo, fortalecer la mente y liberar el espíritu creativo, que tenía como «sustento» un brevísimo artículo de una cuartilla que se publicó en 1993 en la revista Nature, con base en un experimento realizado a 36 estudiantes universitarios, pero sin resultados concluyentes. Por supuesto, Campbell uso su «espíritu creativo» para extender esa humilde cuartilla en 18 libros que le dieron un negocio muy lucrativo.
En 2007 el Ministerio Alemán de Educación e Investigación hizo una revisión exhaustiva de todas las publicaciones «científicas» sobre el tema. El veredicto: no importa que se oiga a Mozart, Franck Pourcel, Paquita «la del Barrio» o Lady Gaga: escuchar música no incrementa la inteligencia de nadie.