Esta idea, difundida ad nauseam en documentales pseudocientíficos —por la cursilería de quienes atribuyen actitudes humanas a la naturaleza—, se ha adjudicado a cisnes, palomas y guacamayas, entre otras especies. Sin embargo, sólo 3% de los animales son monógamos, a los cuáles no se pueden incluir los pingüinos.
Los pingüinos no pueden ser monógamos por las difíciles condiciones en las que viven, y dado que no siempre todas las hembras regresan con alimento para los machos que se quedan cuidando a las crías, éstos suelen formar parejas entre sí para sacar adelante a un polluelo.
Los pingüinos, como la mayoría de las aves, carecen de pene; pero eso no les impide aparearse con cuanta hembra encuentren a su paso, e incluso, con otros machos.
Por cierto, una de las contadas especies que sí tiene una pareja de por vida es la de los buitres.