Algo que nos sigue costando trabajo a los seres humanos es entender que las cosas que no conocemos no las podemos trasladar sin más al comportamiento humano. Una de ellas es la «risa de las hienas», que no es risa ni carcajada burlona, aunque sí tiene su chiste —¿me explico?—. En un estudio publicado en 2009 por la Universidad de California, en Berkeley, se descubrió que la «risa» de una hiena revela tanto su edad como el rango social que tiene dentro del clan, dependiendo de la frecuencia de las notas.
El estudio se realizó con un clan de 26 hienas manchadas –Crocuta crocuta-, especie con una jerarquía matriarcal, donde se alcanzaron a distinguir al menos diez tipos de vocalizaciones diferentes, desde una discusión por el alimento hasta la identificación de un macho subordinado. Nada que ver con la risa ni el sentido del humor, aunque así nos suene a nosotros, los únicos animales capaces de risa -o eso decía el viejo Aristóteles.
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