Todas las representaciones modernas del más famoso bandido inglés, Robin Hood, van acompañadas de su característico sombrero, su arco y, por supuesto, su indumentaria verde. Lo cierto es que, en origen, los leotardos de Robin Hood eran rojos.
Las primeras historias sobre este heroico personaje datan del siglo XV. Una de ellas —la más larga e importante— es A Gest of Robyn Hode, en la cual Robin Hood y su séquito visten un manto escarlata a rayas. El uso de este tono reflejaba cierto estatus que caracterizaba a las telas coloradas en la Inglaterra medieval; para teñirla se empleaban cochinillas secas —de la especie Kermes ilicis.
En otras narrativas, Robin Hood viste por completo de rojo o escarlata, mientras que su banda de hombres alegres —the merry men— visten de verde. Esta distinción se empleó para destacar su estatus de líder. Una posible explicación que vincula a Robin Hood con el rojo, es la evidente asociación de su nombre con el petirrojo —robin, en inglés.
Gracias a las versiones mas tardías, el color verde—específicamente el verde Lincoln— se posiciona como el tono correspondiente al atuendo de los forajidos.
El mencionado Lincoln fue la capital de la industria del teñido en la Inglaterra medieval; pero, para hacer el asunto aún más confuso, su icónico verde era en realidad un tinte azul procedente de la hierba pastel, a la que se le añadía un extracto de hojas para crear el color que hoy recordamos. Es decir: hemos vivido engañados.