Aunque hay diversos estudios que han descubierto «beneficios» en el consumo de marihuana, es importante aclarar que varios de ellos no son concluyentes y que faltan más pruebas comparativas.
La principal sustancia activa de la marihuana es el delta9-tetrahidrocannabinol —THC— que, en la actualidad, presenta concentraciones hasta 20% más elevadas que las que tenía hace 40 años debido a la forma en que se ha cultivado la planta. Se ha demostrado que el THC puede predisponer al desarrollo de trastornos mentales como la esquizofrenia, así como generar alteraciones permanentes de la memoria, la capacidad de aprendizaje, de atención y reacción. También altera la capacidad motora, el sistema inmunitario, la percepción del dolor —de ahí que se recete a enfermos terminales como calmante—, el apetito, el sistema cardiovascular e incluso la formación de los huesos. Por otro lado, también se ha demostrado que el THC procesado podría usarse para combatir la depresión.
Fumar marihuana con frecuencia y en altas dosis, al igual que ocurre con el tabaco, puede causar cáncer, bronquitis crónica y enfisema pulmonar.