Activista político, historiador –de la locura, de la clínica, de la sexualidad–, analista, sicólogo y filósofo –del poder, del sujeto, de la postmodernidad–; cuando murió el 25 de junio de 1984, a los cincuenta y siete años, Michel Foucault era uno de los intelectuales más famosos del mundo. Nació en 1926, en Poitiers, Francia. A pesar de ser influenciado por Heidegger, Freud y Jean Hyppolite, las ideas del filósofo alemán Friedrich Nietzsche fueron su máximo referente.
Su educación sufrió varias altas y bajas, no lograba adaptarse bien a ninguna escuela hasta que su familia lo internó en un colegio jesuita. Su padre era un reconocido cirujano y él quería que Michel siguiera sus pasos, sin embargo, el examen para esta vocación lo reprobó. Fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial en 1946 que pudo entrar a la Escuela Normal Superior a estudiar Filosofía.
El saber es el único espacio de libertad del ser.
Foucault era un joven aplicado a los estudios, devoraba libros, en los debates se desvivía por argumentar; la mayoría de sus compañeros no lo soportaban. Durante este periodo de vida sufrió una terrible depresión debido a su preferencia homosexual, lo cual llevó a que asistiera a unas sesiones de terapia mental en donde, sin querer, se enamoraría de su segunda profesión: la Sicología. Así, en 1948 obtuvo su título de filosofía, y sólo un año después se graduó como sicólogo.
En estos años Foucault entabló una buena amistad con Louis Althusser –un filósofo marxista—quien lo incluyó al Partido Comunista de Francia. En 1951 se convirtió en profesor de Sicología en la Escuela Normal Superior, y consiguió una plaza en la Universidad de Lille, ocupando buena parte de su tiempo en la docencia para escribir su primer libro: Enfermedad mental y personalidad.
«No creo que sea necesario saber exactamente lo que soy. En la vida y en el trabajo lo más interesante es convertirse en algo que no se era al principio.»
Se dio cuenta de que ser maestro no era tanto lo suyo y se tomó unas largas vacaciones en Italia, donde leyó libros de mas de 80 años de antigüedad, entre ellos las obras de Nietzsche, de quien años mas tarde aseguraría Foucault: «lo leí apasionadamente y rompí con mi vida…». De hecho, en el prefacio de «Locura y civilización» –un ensayo que publicó en 1960—afirma y explica el impacto que le provocó este filósofo alemán. Un año más tarde publicó: Historia de la Locura en la Edad Clásica, un ensayo que utilizó como tesis para su doctorado en Soborna.
Mentalidad en marcha
En esa década de los sesenta, al mismo tiempo en que las mentalidades en el mundo se transformaban, los libros de Foucault se abrieron paso en el mundo y entraron en contacto con otros campos de experiencia, con otros tipos de inteligencia, y florecieron o se agotaron en el choque de las ideas. Comenzó a influir en los medios culturales, universitarios y políticos, por lo que adquirió diversos partidarios de su búsqueda filosófica.
Cuando trabajaba en el Hospital Psiquiátrico de Saint Anne en Francia, comenzó a asistir a los seminarios de Jacques Lacan –siquiatra y psicoanalista, compatriota de Foucault—en donde se acercó también a los estudios de Freud, Piaget, Claude Lévi-Strauss y Roland Barthes, intelectuales estructuralistas1 Teoría y método científico que se basa en el análisis de los hechos humanos como estructuras susceptibles de formalización. que lo inspiraron para que escribiera: Las palabras y las cosas, en 1966.
«Foucault nos obligaba a abandonar lo que habíamos cons- tituido como una evidencia y no nos quedaba más remedio que volver una vez más a la incómoda tarea de pensar.» Tomás Ibáñez
En mayo de 1968, al estallar las revueltas estudiantiles en Francia, él se encontraba de visita en Túnez, pero meses más tarde regresó para responder a los que le criticaban su postura política de izquierda con un tratado que tituló: «La arqueología del poder», publicado a inicios de 1969.
En 1970 ocupó la cátedra en «Historia de los sistemas de pensamiento» en el Colegio de Francia. Estos años significaron un nuevo giro en su pensamiento pues comenzó a escribir sobre las estructuras del poder, inaugurándola con su obra Vigilar y castigar publicada en 1975. Un año después comenzó con una extensa obra titulada: Historia de la sexualidad, la cual nunca concluyó, y también presentó el primer volumen de La voluntad del saber, el cual no fue bien aceptado debido a la critica de aquella época sobre la represión sexual.
Final invisible
A partir de esa época el filósofo pasó bastante tiempo en ee.uu y otros países dando conferencias. Para empeorar su situación, el sida ingresó en su historia de vida tendiendo su mortaja encima de cada página que él escribía. Esto dio un giro al destino de Foucault, del cual nadie imaginaba.
En 1984 tuvo que ser internado en un hospital debido a un desmayo que sufrió en la cocina de su hogar en París, mas la fatiga y debilidad no le impidieron trabajar en los volúmenes de su gran obra, terminado así con tres de los seis volúmenes que tenía planeados de su rastreo sobre Historia de la sexualidad.
Toda su vida filosófica supone una interrogación constante, don- de Foucault se está cuestionando, una y otra vez
El 25 de junio de ese mismo año sucumbió ante los estragos que el sida provocó en su sistema. A los 57 años –asegura James E. Miller—Foucault era uno de los filósofos e intelectuales más famosos del mundo, sus libros y ensayos ya habían sido traducidos a más de dieciséis lenguas. Sin duda es uno de los hombres representativos –un pensador sobresaliente– del siglo xx. Su vida y sus textos se encuentran entretejidos de una manera que resulta mutuamente iluminadora, pues la postura que refleja es un ejercicio de pensamiento crítico ante todo, con base a su propia experiencia como Michel Foucault.
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