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Marie & the Curies

A continuación pasaremos los reflectores a aquellas científicas cuyas carreras deben ser reconocidas.

Cuando uno entra al mundo de la ciencia, sea por propia cuenta o por la fuerza, no pasa mucho para empezar a conocer personajes de renombre: Newton, Einstein, Darwin, Aristóteles, Mendel y muchos otros. Afortunadamente, a la par de cuando nos hablan de los más grandes científicos de la historia, hay una mujer que siempre aparece: Marie Sklodowska-Curie.

Madame Curie podría decirse que es la personificación de la ciencia en mujer: tuvo que ingresar furtivamente a la «Universidad Volante de Polonia» —una institución clandestina que aceptaba mujeres como alumnas— para poder estudiar la preparatoria; emigró a París para tener una carrera universitaria y ahí conoció a su Pierre; descubrió dos elementos químicos; participó en la I Guerra Mundial; fue ganadora de premios y madre de otra ganadora del Nobel; y su nombre fue dado a un elemento, tres minerales, escuelas, instituciones y hasta un bendito asteroide. En fin, un ícono femenino en toda la extensión de la palabra.

La banda

Los logros de Marie Curie son, por lo menos, sorprendentes y únicos —ninguna otra persona ha ganado dos Premios Nobel de ciencias en diferentes categorías—. Sin embargo, no es, ni de lejos, la única científica cuyos aportes son valiosos. Así que en vista del escaso reconocimiento de las mujeres en diversos premios científicos, a continuación pasaremos los reflectores a aquellas científicas cuyas carreras deben ser reconocidas.

Ada Lovelace (10 de diciembre de 1815 – 27 de noviembre de 1852)
Ciencia en la que destacó: Matemáticas
Evidentemente, Ada Lovelace antecede incluso al nacimiento de Alfred Nobel, pero bien podría ser meritoria. El primer algoritmo destinado a ser procesado por la máquina analítica de Charles Babbage fue desarrollado por ella. En otras palabras, Lovelace es considerada como la primera programadora de ordenadores, al describir un lenguaje de programación de carácter general a partir de los números de Bernoulli.

Matilde Montoya (3 de febrero de 1859 – 31 de mayo de 1939)
Ciencia en la que destacó: Medicina
La primera mexicana en alcanzar dicho grado académico por la Facultad de Medicina en 1887 —la primera médica oficial del mundo fue Elizabeth Blackwell en 1849—. Inesperadamente, Matilde logró titularse en tiempos cuando estaba incluso prohibido que una mujer fuera más que una enfermera o curandera. Montoya pasó a ser médica de cirugía y obstetricia.

Lise Meitner (7 de noviembre de 1878 – 27 de octubre de 1968)
Ciencia en la que destacó: Física
Sin lugar a dudas, el caso de omisión más flagrante del comité del Nobel por el mero hecho de ser mujer. Mientras se encontraba estudiando los efectos de la radioactividad junto al físico Otto Hahn —por más de 30 años—, codescubrió el elemento 91, protactinio, así como la fisión nuclear del uranio. ¡La fisión nuclear!
No obstante, es mejor que tu nombre perdure como nombre de un elemento químico, el meitnerio o en cráteres en la Luna y Marte o en el asteroide 6999.

Alice Ball (24 de julio de 1892 – 31 de diciembre de 1916)
Ciencia en la que destacó: Química
Antes de que existieran los antibióticos, la lepra continuaba siendo una de las enfermedades más comunes cuyo tratamiento oral no era muy efectivo. Pues mientras Alice Ball hacía su tesis de la maestría —la primera afroamericana en recibirse en ese grado académico—, logró aislar los ésteres de etilo del aceite de chaulmoogra para que pudieran ser inyectados en lugar de ser ingeridos —el aceite tiene mal sabor—. Lamentablemente, Alice murió a los 24 años y sin poder ver los grandes resultados de su investigación.

Grace Hopper (9 de diciembre de 1906 – 1º de enero de 1992)
Ciencia en la que destacó: Ciencias de la computación
Después de doctorarse en la Universidad de Yale, Grace se enlistó en las fuerzas armadas para la II Guerra Mundial con un permiso especial —ya que tenía 34 años y se había pasado de la edad para enrolarse—. Ya como teniente, fue enviada a Harvard para participar en el proyecto de computación para la construcción de la Mark I, la primera computadora electromecánica de la historia, desarrollada por IBM. En 1952, después de varios años de rechazos, Hopper sugirió la creación de un lenguaje universal de programación que estuviera en inglés y no en símbolos: el COBOL. Más aún, esta veterana acuñó el término bug para el malfuncionamiento de las computadoras, ya que al desarmar una de las primeras encontró una palomilla muerta.

Chien-Shiung Wu (31 de mayo de 1912 – 16 de febrero de 1997)
Ciencia en la que destacó: Física
Una de las partícipes del Proyecto Manhattan, ya que Wu contribuyó al desarrollo de la fisión del uranio metálico en sus dos isótopos radiactivos. Gracias a su Experimento Wu, comprobó la teoría de otros dos científicos —luego ganadores del Nobel—, la cual establecía la no conservación de la paridad. En otras palabras, para las interacciones electromagnéticas, nucleares fuertes y débiles, si se vieran reflejadas en un «mundo espejo», estas interacciones no serían iguales. Claramente la señora sabía lo que hacía.

Rosalind Franklin (25 de julio de 1920 – 16 de abril de 1958)
Ciencia en la que destacó: Química y cristalografía
De carácter fuerte y cerebro aún más poderoso, Rosalind Franklin se especializó en la difracción de rayos X como método cristalográfico; es decir, para obtener imágenes tridimensionales de diversas moléculas. Una de esas moléculas fue nada más ni nada menos que el ácido desoxirribonucleico, el ADN, la base química de nuestro código genético. La imagen del ADN, conocida como la Fotografía 51, fue tomada por el estudiante de Rosalind, Raymond Gosling; juntos descubrieron dos formas: la A, larga, delgada y húmeda; y la B, corta, gorda y seca. Mientras Rosalind y Gosling estudiaron la primera, James Watson y Francis Crick
se enfocaron en la segunda; ambos equipos confirmaron la forma de hélice doble del ADN. Lamentablemente, Rosalind murió antes de que pudiera ser nominada al Nobel; Watson y Crick sí lo ganaron.
Lee el artículo completo en Algarabía 186.

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