El crecimiento del fascismo fue una característica de los años 20 y 30; el nombre fue acuñado en origen por Mussolini en Italia, en 1922, y su idea era que los individuos tenían que unirse en un Estado fuerte y que sus necesidades individuales debían subordinarse a las necesidades de la nación.
El fascismo buscaba forjar un tipo de unidad nacional basada en atributos étnicos, culturales o raciales. Esta forma de gobierno fue adoptada por Alemania y España y, en menor medida, por otros países europeos. Por otro lado, Francia y Gran Bretaña continuaron siguiendo los principios democráticos, mientras que la URSS comunista, se oponía implacablemente al fascismo.
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