Para contar esta anécdota tengo que confesar tres peculiaridades de mi personalidad: soy abogado penalista, por lo que todos los días uso traje; he jugado al beisbol toda mi vida, últimamente suelo hacerlo los fines de semana y, además, fumo y fumo cigarros Delicados con filtro; sí, «con filtro», los más raros, porque los Delicados sin filtro son más populares y más fáciles de encontrar.
Bueno, el asunto es que
hace unos años este tipo de
Delicados escaseó aún más,
porque —yo no sabía— los
iban a dejar de hacer para
luego relanzarlos, así que sólo
los encontraba en lugares
estratégicos que ya tenía bien localizados. Uno de ellos era una tiendita en la colonia del Valle, como a tres cuadras de mi casa, a la que solía ir los sábados después del juego, con uniforme y todo, para proveerme de las cajetillas necesarias para el resto de la semana. Sin embargo, en una ocasión se me terminaron antes de tiempo y fui por ellos a la misma tienda un día entre semana, así que, como siempre, pedí:
—Me da dos cajetillas de Delicados con filtro.
—No, ya no los vendemos.
—¿Cómo? Éste es uno de los pocos lugares en donde los encontraba.
—No, es que nadie los pedía, solamente un pinche beisbolista.
—¡Soy yo!
Los Delicados y el beisbol
Para contar esta anécdota tengo que confesar tres peculiaridades de mi personalidad: soy abogado penalista, he jugado al beisbol toda mi vida y, además, fumo.
- martes 8 abril, 2014
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