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Loco nos lo dieron, loco se lo llevaron

«El Loco» Valdés un personaje que hizo de su vida una locura permanente.

Nunca a una persona le había quedado tan bien el nombre de esta sección como al inolvidable personaje que hizo de su vida una locura permanente.

Hay quien afirma que lo vio hacer parkour entre los coches en medio de un embotellamiento en el Periférico de la Ciudad de México ante la mirada atónita de los automovilistas. Otros dicen que, al encontrárselo en algún lugar público. “El Loco” se les acercaba para cantarles alguna canción o darles un “pellizquito” de pulguita”.

De la Cuna a la sepultura…

Fernando Manuel Alfonso Gómez de Valdés y Castillo, conocido popularmente como “El Loco” Valdés, nació el 29 de enero de 1931, en la Ciudad de Juárez, Chihuahua. Fue hermano de los actores Germán Valdés “Tin Tan”, Ramón Valdés “Don Ramón” y Antonio Valdés Castillo “El Ratón Valdés”–también fallecido.

Incursionó en el mundo del espectáculo como bailarín de conjunto y, poco después, como actor durante la Época de Oro del Cine mexicano, participando en más de 50 películas. Sin Embargo. fue en la televisión donde su peculiar personalidad afloró con toda su fuerza. Tuvo su primera oportunidad estelar en el programa de televisión Variedades de mediodía. Al decir de los críticos, fue el primer cómico formado en la pantalla chica.

Locura pionera

Su comicidad, básicamente gestual y onomatopéyica, totalmente heterodoxa, no se entiende sin el referente de la cámara de video. Pero sin duda alguna, el clímax llegó con Ensalada de locos, aquel gustadísimo show en el que tres grandes–“El loco”, Héctor Lechuga y Alejandro Suárez– compartían el set en vivo, organizando las más extravagantes tonterías ante la cámara, especialmente con las “Hermanitas Mibanco”, quienes, con vestido, piernas velludas y pelucas a punto de caer, trataban de conquistar al galán de Suárez Señoras y señores, un grande se nos adelantó el día 28 de agosto de 2020.

Manuel “El Loco” Valdés, Héctor Lechuga y Alejandro Suárez.

“Por diez mil sapos encantados! Qué mala memoria tengo. no recuerdo dónde dejé mi chocolate. ¿Qué hacer, Dios mío? ¡No lo encuentro por ningún lado! Si era la última lata que me quedaba. Ya nada soy, ya nada soy sin mi chocolate, ya nada soy, lo tengo perdidote”.


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