Muchos se acordarán de Lassie, ésa que alguna vez fue llamada «la perra más famosa del mundo», y que lo fue tanto que hoy todavía algunos nos acordamos de ella.
Pero a los que no, les cuento que este personaje perruno fue creado por el inglés Eric Knight, en 1938, en una novela llamada Lassie Come Home, que luego se adaptó al cine, en 1943, con el mismo título. Después se filmaron numerosas secuelas y series de televisión en las cuales hicieron de Lassie diversos perros y perras collie, una raza escocesa de perros pastores de pelo largo que estuvo de moda durante varias décadas gracias a la célebre cánida.
Pues resulta que, cuando yo vivía en casa de mis papás en el Pedregal, enfrente de nosotros vivía una familia arquetípica de su estrato socioeconómico, muy mona y decente —o sea, totalmente estándar—, en una casa de ladrillos a dos aguas —también totalmente estándar—, con sirvientas, mozos, choferes y todo. Vamos: eran lo estándar de lo estándar, y se veía a leguas que todos —el papá, la mamá y los tres hijos— eran muy correctos, tradicionales, «fresas» y, por ende, carentes de imaginación. Eso se hizo patente un día que salí de la casa y, cuando me estaba subiendo a mi coche, vi salir de la casa a una perra collie idéntica a la famosa de la televisión. En ese momento, le pregunté a uno de los choferes de la casa, que era muy buena gente y con el que nos llevábamos muy bien:
—Oye, José, ¿y esa Lassie? ¿Cómo se llama?
Y él me contesta, muy serio: —Lassie.
Trailer de la película Lassie Come Home. (1943)
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