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Las cabañuelas

«Cabañuelas —del diminutivo desusado de cabaña— f. pl. Cálculo que, observando las variaciones atmosféricas en los 24 primeros días de enero o de agosto, forma el vulgo para pronosticar el tiempo que ha de hacer durante cada uno de los meses del mismo año o del siguiente.»

Así define el drae a las cabañuelas y coincide perfectamente con el decir de mi abuela, cuando el clima de enero se mostraba sorpresivamente inestable: «Ah, es que en abril hará mucho calor; pero en mayo, lloverá a cántaros. Lo están diciendo las cabañuelas».
Saber si va a llover o si vendrá sequía es importante no tanto en la ciudad, sino en el campo, donde se siembra, y por ello el ejercicio de predecir el tiempo viene de hace muchos años, para ser exactos, de Babilonia, con la Fiesta de las Suertes, en el ceremonial del Akitu, celebración del año nuevo. Pero se cree que las cabañuelas, como tales, surgieron en España a raíz de la Fiesta de los Tabernáculos, en la que los judíos rememoraban los 40 años en que su pueblo tuvo que vagar por el desierto del Sinaí, en busca de la Tierra Prometida, la cual incluía ritos en los que se predecía el tiempo. La costumbre pasó de los judíos que habitaban la Península Ibérica a los españoles, y el nombre se adoptó de la práctica de colgar, a la entrada de la comunidad, 40 pequeñas cabañas, «cabañuelas», como símbolo de aquellos años.
En España, las cabañuelas se desarrollan durante los primeros 24 días de agosto: del 1 al 12 vaticinan el tiempo de los meses de agosto a julio y del 13 al 24, de vuelta, es decir, de julio a agosto.
En algunos lugares se consideran los primeros 25 días del mes, pues el 1 se toma como la «llave del año», en que las variaciones meteorológicas que se presenten irán revelando cómo será todo el año.
En México son más complejas. De entrada, las predicciones se llevan a cabo durante todo el mes de enero. Todo comienza del 1 al 12 de ese mes, cuando se vaticina el clima que reinará de enero a diciembre; del 13 al 24 de enero viene la vuelta y se predice el tiempo de diciembre a enero. Después, a partir del 25 y hasta el 30 de enero, la mitad de cada día corresponde a un mes y la otra mitad al mes siguiente. Finalmente, el 31 se divide en doce periodos de dos horas, que se asignan a cada uno de los meses. Un ejemplo: el clima de octubre se predice los días 10, de ida, y 15 de enero, de vuelta; de las 12:00 a las 23:59 horas del día 29 y de las 18:00 a las 19:59 horas del día 31.
Ahora bien, ¿qué es lo que se observa? Pues todo, es decir, si hace sol o no, si el viento sopla de este a oeste o viceversa, si se nubla y llueve o sólo se nubla; pero también cómo se comportan los animales, si los muebles crujen y hasta si alguna antigua cicatriz pica o duele. Y aunque estrictamente las cabañuelas no tienen ninguna base científica, existen estudios que dicen que esta habilidad es muy exacta debido a la honda experiencia y conocimiento que ha pasado de padres a hijos. Lo cierto es que, de basarnos en las predicciones del meteorólogo, que nunca es atinado, a entretenernos observando cómo va el clima los primeros días del año, quizá sea mejor lo segundo. ❧

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