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La verdadera identidad de Lady Rebecca Rolfe

¡Hijos de mi alma! La temporada social de primavera en esta ciudad está de lo más esplendorosa: almuerzos fastuosos, cenas de gala, bailes de máscaras, funciones de teatro... y todos estos eventos han estado aderezados por una exótica presencia

¡Hijos de mi alma! La temporada social de primavera en esta ciudad está de lo más esplendorosa: almuerzos fastuosos, cenas de gala, bailes de máscaras, funciones de teatro… y todos estos eventos han estado aderezados por una exótica presencia: la de una chica a quien todos llaman Lady Rebecca, que es, ni más ni menos, la sensación de Londres, y de quien les tengo un sabroso chisme.

Londres, primavera de 1616.

Ustedes se preguntarán quién es esta damisela y de dónde ha salido. Pues chicos, ni siquiera es de este continente, se trata de la primera india americana convertida a la religión anglicana, la bella hija del jefe powhatan Wahunsenacawh. Su nombre original es Matoaka, pero todos la conocen por el apodo de Pocahontas, que quiere decir «niña mimada» o «niña traviesa», lo que ustedes quieran.
Pocahontas, a pesar de no tener más de 21 años, tiene toda una historia detrás, que empezó cuando tenía 10 o 12 años, y el capitán inglés John Smith estuvo —se dice— a punto de ser ejecutado por el tío de Matoaka, siendo ella quien salvó su vida. Los powhatan tuvieron preso a Smith por varios meses, durante los cuales la princesa le dio de comer, de beber y se hicieron muy amiguitos. Pero una desgracia cortó la floreciente amistad: resulta que Johnny fue atacado durante una expedición y recibió un balazo que le causó la muerte. Pocahontas sufrió mucho por esto, pero una nueva bronca «distrajo» su atención de la pérdida de su amigo.
Por ahí de 1614, cuando Pocahontas tenía 18 años, fue apresada por los ingleses —ya saben que en América del Norte se la pasan de la greña los naturales y sus conquistadores— para intercambiarla por prisioneros que estaban en poder de los indios. Se dice que la chica no recibió malos tratos, pero de todos modos, eso de estar presa no es nada divertido. Durante su cautiverio, su belleza atrajo la atención de un viudo de 27 años llamado John Rolfe, que se dedica a plantar y exportar tabaco al Viejo Continente.
Este otro John se enamoró de tal forma de Pocahontas que logró su liberación, la convirtió al cristianismo —ahora se llama Rebecca— ¡y se casó con ella! Tienen un tierno hijito de un año llamado Thomas. Ahora bien, todo esto sucedió en América, pero como John Rolfe quería promocionar una nueva variedad de tabaco que está cultivando y a la vez presumir que se puede vivir muy en paz y con lujo con los indios, se llevó a su mujer de viaje a Inglaterra, así que aquí los tenemos. Son una pareja muy bien avenida y Pocahontas es tan linda y simpática… a todos los que la hemos conocido nos ha caído muy bien y ha brillado en los grandes eventos de la temporada.
Pero he aquí, mis niños, el chisme del que les comentaba arriba: ¿se acuerdan de John Smith? Resulta que… ¡no estaba muerto! Como que a alguien en América —no sabemos si a la familia o al marido— no le convenía que Pocahontas siguiera pensando en su amiguito, así que le hicieron creer que Smith se había ido al infierno y qué va. Sí había sido herido, pero no de muerte; regresó a Inglaterra, se repuso y, pues, aquí vive, y como Londres es un pañuelo, el otro día ¡que se topan cara a cara a la salida del teatro!
John intentó hablarle, pero la lady lo ignoró olímpicamente. Mis fuentes me informan que está enojadísima con Smith porque no le avisó que estaba vivo ni le escribió una cartita, siendo que eran tan amigos y él estaba supuestamente muy agradecido porque ella le había salvado la vida. Justo hoy, él fue a la casa donde se hospedan los Rolfe para pedirle perdón a Pocahontas, pero al parecer, ella se puso a gritarle que es un traidor y un mentiroso.
Según me cuentan, John va a escribirle una carta a la reina para decirle que Pocahontas es muy buena onda y quién sabe qué más, pero la verdad es que a la hermosa india no le cayó nada bien el reencuentro y ya le está pidiendo a su esposo que se regresen a América… ¡auch!, qué intensa, ¿no creen?
Au revoir!

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